Luis Alejandre

Volar desde Gabón

«Hay días en que volamos diez horas, lo que entraña catorce de trabajo, y exige hacerlo con tripulaciones dobladas». Quien así se expresa es el teniente coronel Miguel Ángel Orduña, jefe del Destacamento del Ejército del Aire desplegado en Libreville, Gabón.

«Nuestra zona de operaciones sería similar al espacio comprendido entre Portugal y Azerbayan –este a oeste– y de Cádiz a Moscú, norte sur». Parte de África central desde Banghi (RCA) hasta Abeché (Chad) y un gran número de países de África occidental y del Sahel, incluyendo «nuestra» Guinea Ecuatorial y Burkina Faso.

Llevan desde marzo apoyando la «Operación Sangaris» liderada por Francia en la República Centroafricana, y más directamente al centenar de españoles involucrados en condiciones más duras sobre el terreno: 50 miembros del Mando de Operaciones Especiales del Ejército, 29 Guardias Civiles y otros oficiales desplegados en los Cuarteles Generales de Bangui –la capital– y Larissa. «El campo de refugiados del aeropuerto de Bangui –añadirá Orduña– hiela la sangre por la proximidad de las calles de rodaje y las pistas de vuelo; las noticias y las imágenes que nos llegan ponen los pelos de punta. Nosotros afortunadamente estamos en la retaguardia, pero nuestros compañeros desplegados sobre el terreno tienen nuestro más profundo respeto y reconocimiento por su difícil labor». Le honran al teniente coronel estas palabras.

A pesar de estar en retaguardia, la misión es más que compleja. Tienen que luchar con las dificultades propias de la distancia y de los medios disponibles: «Hoy estamos pendientes de conseguir una grúa de 500 Kgs para cambiar una hélice. No es fácil aunque parezca imposible». El Destacamento repartido en dos núcleos está compuesto por medio centenar de miembros procedentes de distintas unidades. Cuatro de ellos mujeres: una capitán de Sanidad con enorme experiencia, una teniente salida de San Javier el año pasado, una cabo y una soldado. El núcleo central lo constituyen las tripulaciones y mantenimiento del Ala 31; el EADA –Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo– tiene su base en Zaragoza; el personal de comunicaciones procede del GRUMOCA de Tablada, Sevilla; lógica «mezcla de unidades, especialidades y orígenes que se funden al llegar a Libreville». «Destaca en todos su gran experiencia en misiones de este tipo».

La capital de Gabón –600.000 habitantes– es ciudad portuaria asentada sobre el río del mismo nombre, en pleno centro del golfo de Guinea . Fue fundada en 1843 después de que por su estuario pasasen portugueses, ingleses, holandeses e incluso norteamericanos. Por supuesto franceses, presentes en la zona desde 1839. Debe su nombre –Libreville– a que en 1848 se liberó un barco de esclavos con destino a América que se establecieron en el estuario. Fue puerto principal de las colonias francesas de África Ecuatorial entre los años 30 y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Gabón, el país, mitad de España en superficie, es independiente desde 1960. Representa un genuino ejemplo de estabilidad política. Sólo se le conoce un golpe de estado en 1964 que exigió una intervención francesa. Hoy es una República democrática multipartidista con un presidente elegido por voto popular por períodos de siete años. Gabón tiene fronteras con Camerún, Guinea Ecuatorial y el Congo. Es un país rico aunque la distribución de su riqueza –7.500 dólares de renta per cápita– no sea equitativa. Tiene grandes reservas de mineral de hierro y de árboles de maderas finas. Otros recursos importantes son el petróleo, el manganeso y el uranio. Francia representa más de un 60% de su comercio exterior, tanto en importaciones como por exportaciones.

El clima se caracteriza por ser húmedo y cálido con dos estaciones secas –junio a septiembre y diciembre a febrero– y dos lluviosas, febrero, abril, octubre y noviembre. «Ahora estamos en época seca con la humedad en valores normales y temperaturas que no alcanzan siquiera los 30 grados; nuestros antecesores trabajaron en condiciones mucho más penosas especialmente por la humedad del 90 por ciento que hacía imposible trabajar en el exterior del avión sin sudar a ríos». Orduña siendo madrileño de nacimiento, hace un comentario propio de uno de sus anteriores destinos operativos –Zaragoza– al añadir con sorna: «sin exagerar, como corresponde a los buenos maños».

Las relaciones con el mando y tripulaciones francesas son excelentes. No en balde hemos sido el país europeo más consecuente en apoyarles ante conflictos sobrevenidos en África-Mali y Republica Centroafricana. Indiscutiblemente es Francia, por larga tradición histórica, quien conoce mejor la idiosincrasia y estructuras sociales de estas comunidades. Seguirá siendo por bastante tiempo la «punta de lanza» de la política europea de seguridad en la zona. Llama la atención que nuestro país hermano utilice aviones españoles Casa «CASA 235» tanto en Libreville como en Yamena que compatibilizan con otros Hércules y con los sufridos y antiguos Transall.

«Tratamos de restaurar la estabilidad en la RCA deteniendo el desastre humanitario en la RCA y con ello contribuimos a la seguridad de nuestra patria». Es el mejor resumen.