Julián Redondo
Xavi, iluso e injusto
La Federación Española de Fútbol ha impuesto a Plácido Domingo la insignia de oro y brillantes. El tenor sigue a la Selección desde hace 30 años; adapta su calendario laboral a los partidos de «La Roja» en las fases finales de Mundiales y Eurocopas. Lo ha dispuesto todo para estar en Brasil a partir de los cuartos. Plácido Domingo admira la calidad del futbolista español y confiesa que, en el extranjero, Iniesta, Xavi Hernández y Xabi Alonso despiertan envidias. No tiene ojos más que para el fútbol y rehúye las diferencias entre los jugadores. Posiblemente no sepa que son más cosas las que separan a Xavi y a Xabi que las que les acercan. Sabe que Del Bosque utiliza la mano izquierda en cuanto percibe el menor indicio de motín, que heredó una piña de Luis Aragonés y que el compañerismo es una de las claves de los triunfos del grupo. Cuando Villar le colocó la insignia en la solapa, ignoraba, como todos, que Xavi, por lo general comedido, iba a hacer más tarde unas declaraciones que removerán los cimientos del equipo nacional y que precisarán, una vez más, la aséptica intervención del entrenador. Emuló a Randolph Scott y desenfundó el 45 de Busquets contra Xabi y Casillas, a quienes criticó sin nombrarlos por llamar la atención a Sergio sólo por defender a Pepe, compañero y amigo. Qué esperaba. Busquets puso los tacos en la cara a Pepe y debió ser reprendido por ello. Su acción no merece una medalla y Xavi, además de injusto, es un iluso si cree que entre bomberos del mismo equipo se van a pisar la manguera, ésa que en la Selección es sagrada y que, por el bien de todos, debe conservarse intacta.
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