Alfonso Ussía

Ya, sin ella

Francisco Sosa Wagner es un personaje bien habitado intelectualmente y con una trayectoria seria y sensata. No gusta de los fuegos artificiales ni de los cohetes festivos. Lo he seguido con interés sin conocerlo y hoy me congratulo del seguimiento. Sosa Wagner, después de las última elecciones europeas, es el líder de UPyD en Bruselas, y es posible que la lejanía física le haya ayudado a dar un paso valiente y fundamental. Ha denunciado las «prácticas autoritarias» que anidan en su partido, y se muestra decididamente partidario de alcanzar un acuerdo con Ciudadanos para unir sus fuerzas y abandonar la irrelevancia política de ambas formaciones. Pero ella se niega. Ella es mucha mujer. Ya ha dejado a varios compañeros de partido en la desolada cuneta. A pesar de contar con el apoyo constante del influyente diario «El Mundo», Rosa Díez no ha conseguido aupar a UPyD a posiciones más decisorias en la política española. Ciudadanos es una valiente apuesta constitucionalista y española en Cataluña dirigida por Albert Rivera. Un partido que se ha ganado la confianza de decenas de miles de catalanes y cuyo futuro pasa por extender sus propuestas al resto de España. Albert Rivera es abierto, sincero y dialogante, en tanto que Rosa Díez está condenada de por vida a convivir con su mal carácter y su capacidad para enfilar las rectas haciendo curvas. Hace pocos días, en esta misma página, solicitaba a la periodista y diputada de UPyD Irene Lozano que se atreviera a comandar una operación de limpieza en las altas esferas de su partido. Lo ha hecho, serena, inteligente y contundemente Francisco Sosa Wagner desde Bruselas.

En sus respectivas ideologías no hay trabas insalvables. Por otra parte, un partido político está obligado a respetar la convivencia de diferentes puntos de vista dentro del esquema fundamental del partido. En el PP conviven las derechas franquistas, las derechas liberales, la democracia cristiana, las derechas acomplejadas, las derechas abiertas y numerosos representantes de la socialdemocracia camuflada. Y en el PSOE, pasamos de las izquierdas moderadas a las sindicalistas, las izquierdas constitucionalistas, las autonómicas, las favorables a los soberanismos, la socialdemocracia sin camuflar y las enamoradas de Podemos. Más que abanico, un arco iris.

Tengo para mí que la maniobra de Francisco Sosa Wagner es extremadamente inteligente y futurista. Si Albert Rivera y sus Ciudadanos, sin olvidar su raíz catalana, consiguen implantarse en todo el territorio nacional, y UPyD se empecina en moverse como un muñeco de feria desorientado y pésimamente dirigido, el porvenir del llamado partido magenta será tan ilusionante como mi sueño de futuro, que no es otro que presidir la República de San Marino. Y no por errores compartidos, sino por carencias de quien manda con mano de hierro y risa de Massiel.

El odiado bipartidismo por muchos, a mí se me antoja la realidad que se acerca con más tino a una sociedad democrática. Ahí están los Estados Unidos de América, el Reino Unido, y la venidera situación bipartidista de Alemania. Pero el bipartidismo no tiene dos patas. Por lo normal, cuenta con tres. Y esa tercera pata, moderada, democrática y deseable, sería el resultado de la unión de dos importantes pero reducidas fuerzas políticas que separadas, pueden engullirse la una a la otra sin conseguir apenas nada. No me refiero a una tercera pata de Izquierda Unida y Podemos porque estoy escribiendo de partidos democráticos, constitucionalistas, defensores de la unidad nacional y con las mentiras de las tiranías superadas. Pero es evidente que ese riesgo existe y es beneficiario de apoyos incomprensibles y empresarialmente infectados.

Rosa Díez –no puede negarse–, es eficaz en el traslado de los mensajes y de cuando en cuando parece coherente. Lo mismo, pero mucho más creíble, Albert Rivera. En las dos formaciones hay personas de gran valía que apenas están ideológicamente separados por un tabique, o mejor escrito, por una mampara. Si Rosa Díez se opone, como ha hecho hasta el momento, a negociar la unión que propugna Sosa Wagner y apoya un sector considerable de UPyD, las conversaciones tienen que comenzar. Mejor con ella. Pero si ella se opone, sin ella y ya.