María José Navarro

Yo, Leonor

Parece ser que el señor en zapatillas de estar por casa que está pintando el cuadro de la familia aún tiene que dar algún retoque y eso me ha dado esperanzas. Como Altibajos está tan sumamente delgada quizá pueda pegar dos pinceladas y colarla de rondón en algún rinconcillo. O pintarla encima del hombro de mi padre a modo de loro. Bien es verdad que el acierto del señor pintor ha sido tomarse el tiempo necesario para evitar que al final hubieran tenido que salir los titos. Imaginen que en vez de veintidós años se hubiera dado mucha prisa, a alguien se le hubiera encendido una bombilla pensando en que éramos una familia indestructible y aparecieran el tito Jaime y el tito Iñaki. Mejor que esté como está, y no sigo que aquí las paredes oyen crecer la hierba. Por cierto, que como en éste estoy ausente en cuanto sea reinita me voy a hacer una colección de fliparlo. El caso es que el pintor no padece velocidad en la sangre precisamente y digo que eso me da muchas esperanzas con el primo Pipe. Aquí ya saben que todo es un drama y hay montada una gordísima porque tiene que tripitir. La tita lleva un morro que se le puede atar con una manta de Zamora y lleva también el bolso lleno de folletos de colegios de Harry Potter. Qué importancia tendrá- he dicho en un momento- que tarde en sacar el curso si el pintor ha gastado el tiempo de cuatro novias de papi en acabar su trabajo. He notado una mano agarrándome de la nuca. Yo llevo buenas notas pero igual paso la Navidad en la Casa Gryffindor.