El trípode
En el Congreso: «Homicida, psicópata, inútil, mentiroso, miserable, incapaz…»
El odio que transmiten sus gritos y expresiones provoca gran tristeza en quienes realmente se compadecen y se sienten solidarios con su dolor, que no parece compatible con ese tipo de violencia y agresividad verbal.
Ver en el Congreso de los Diputados compareciendo ante una Comisión de investigación parlamentaria al dimitido presidente de la Generalitat Valenciana para ser acusado de «homicida, psicópata, inútil, mentiroso, miserable e incapaz», entre otros similares calificativos, es un reflejo de la degradación a la que ha llegado la actividad política por parte de algunos. Resulta lamentable que la presidenta de la Comisión permitiera que esos calificativos fueran pronunciados y escuchados cuando debiera haber silenciado el micrófono de sus autores. El «progresista coro» del sanchismo para la ocasión pareció actuar cual si fueran representantes de alguna de las asociaciones de víctimas, que tienen actuaciones que parecen más propias de «víctimas profesionales» que de auténticas víctimas humanas, doloridas por la pérdida de seres queridos de entre los 229, además de sus viviendas y otros bienes materiales. El odio que transmiten sus gritos y expresiones provoca gran tristeza en quienes realmente se compadecen y se sienten solidarios con su dolor, que no parece compatible con ese tipo de violencia y agresividad verbal. El presunto «funeral laico» organizado por el Gobierno –«progresista» y «exfeminista– ya fue un lamentable ejemplo de lo que no debe ser una ceremonia de esas características, con los gritos e insultos más propios de víctimas políticas y profesionales que de las que realmente padecen las consecuencias de aquella tragedia natural. A estas alturas del tiempo transcurrido desde aquel trágico 29 de octubre, ya situado en la historia de las mayores catástrofes naturales padecidas en España, no parece haberse aprendido de esa experiencia para actuar adecuadamente ante otras eventuales que pudiesen surgir en el futuro. Es una más de las lamentables prácticas que el paso del sanchismo por el Gobierno va a dejar en herencia a los españoles. Promover la división, la polarización y el enfrentamiento entre diferentes grupos sociales forma parte esencial de su estrategia para permanecer en el poder, al que accedió mediante una auténtica coalición de lo que comúnmente se considera como la «antiEspaña». Integrada por los sucesores políticos de ETA, los separatistas catalanes y vascos junto a todas las siglas marxistas, nucleadas en torno al instrumento de Soros para «abrir los brazos» –Open Arms– a todos los que quieran contribuir a destruir España. El hasta ahora único Frente Popular de nuestra historia, el trágico de 1936, desapareció durante muchos años, pero ha renacido con el sanchismo. Aquella infausta coalición social comunista ha revivido de la mano de Sánchez, heredero del líder socialista Largo Caballero, que aspiraba a convertir a España en la república socialista soviética ibérica. La URSS afortunadamente ya desapareció hace 35 años, pero el «largo caballerismo» lo encarna su actual sucesor al frente del PSOE.