Y volvieron cantando
«No me consta»
La decisión de ayer a cargo del Tribunal Supremo en contraste con la comparecencia parlamentaria de Sánchez es todo un síntoma de lo que se avecina en próximos meses
Existía una infalible coletilla entre asesores de varios ex presidentes del gobierno cuando eran preguntados por los periodistas acerca de hechos que parecían irrefutables a la par que incómodos: ¿se encuentra en estos momentos Jordi Pujol reunido con el presidente González? «No me consta», era la respuesta del que fuera jefe de gabinete Miguel Gil. Pujol una hora después estaba ofreciendo rueda de prensa en la casa de Cataluña en Madrid. ¿Viajará el presidente Aznar a una cumbre en las Azores? «No me consta», decía el secretario de estado de Comunicación. Estamos hablando del término más manoseado entre la oficialidad política y al mismo tiempo más sintomático de que lo que se pregunta va bien tirado. Pedro Sánchez, en su comparecencia de antes de ayer en la comisión investigadora del caso Koldo, (detalles de gafas para el lenguaje de los signos y «circos» aparte), tuvo sus «hits» en esta línea a la hora de tratar de escurrir el bulto de lo que se cierne judicialmente sobre la financiación de su partido -ese del que cobraba en metálico cantidades por determinar y enumerar, eso sí, inferiores a mil euros-: «no me consta» en dieciocho ocasiones, «no lo sé» en once, «no tengo constancia» en siete, «no recuerdo» en seis, «no sabría decirle» tres veces, «lo desconozco» en cinco y «no tengo conocimiento» en dos. Pero la maquinaria judicial es imparable y justo veinticuatro horas después de la comparecencia en el Senado, el juez Leopoldo Puente nos brindaba la oportunidad de poder contrastar remitiendo a la Audiencia Nacional la petición para investigar los sospechosos sobres del PSOE con pagos en metálico a Ábalos y a Koldo, sobre todo tras la autopista abierta previamente por el ex dirigente Mariano Moreno y la trabajadora de Ferraz Celia Rodríguez al confirmar que se efectuaban pagos con dinero de dudosa procedencia sin reparar en tiques, ni en recibos ni en nada que se pudiera parecer.
La decisión de ayer a cargo del Tribunal Supremo en contraste con la comparecencia parlamentaria de Sánchez es todo un síntoma de lo que se avecina en próximos meses, un gobierno desayunándose día sí día también con el cerco judicial sobre el partido que lo sustenta y una maquinaria de la Moncloa trabajando a destajo para desempolvar banderas palestinas o desenterrar a Franco. La orquesta del Titanic seguirá tocando inasequible al desaliento.