Sin Perdón

¿Cuál es la España real de Sánchez?

«Las mentiras y las cesiones serán el principal legado de su presidencia, porque en algún momento perderá el poder»

La respuesta es siempre muy sencilla, porque es, simplemente, la que más le convenga. En su lucha por el poder ha vivido una evolución ideológica vertiginosa, ya que comenzó siendo un socialista liberal para acabar transformándose, de momento, en un radical que se siente cómodo con los comunistas, los antisistema, los independentistas y los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. En una Europa gobernada mayoritariamente por el centro derecha, se siente más cómodo con sus amigos del Grupo de Puebla. Por tanto, la verdad es un concepto que se traduce en la realidad que más le convenga en cada momento. Es tan dinámico que no nos podemos creer ninguna declaración que realice o compromiso que adquiera, porque esa ausencia de ética le permiten cambiar de idea cuando más le convenga. A pesar de continuar en La Moncloa y disfrutar de unos recursos y unos medios casi infinitos, la realidad es que no muestra la felicidad que sería previsible en sus circunstancias. El rictus de su rostro y sus gestos muestran a una persona enfadada. No hay más que ver la última entrevista que le han hecho a mayor gloria de su liderazgo.

Las mentiras y las cesiones serán el principal legado de su presidencia, porque en algún momento perderá el poder. Es una obviedad que olvidan los inquilinos de La Moncloa, aunque también muchos altos cargos tanto del Estado como de las autonomías y los municipios. Hasta Conde-Pumpido dejará la presidencia del Constitucional y se jubilará como cualquier funcionario público. No sé si le conseguirán algún chollo, pero, en cualquier caso, habrá sacrificado su prestigio erigiéndose en el jurista de cámara del sanchismo. Ni siquiera tiene una obra académica como García-Pelayo o Carl Schmitt que pueda dejar como legado. Lo siento, porque sabe que le tengo aprecio. Creo que se equivoca con el papel que libremente ha asumido. Sánchez identifica mal la España real, porque sus votantes no sabían las cesiones que iba a hacer a los independentistas y los bilduetarras. Su labor de gobierno no responde a un plan previamente elaborado, sino que es una titánica lucha por la supervivencia política.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)