El trípode

La deriva autocrática sanchista

Sánchez y su manera de entender la política, concebida como el acceder al gobierno al precio que sea, está creando un escenario devastador no solo para la política

Sánchez y su manera de entender la política, concebida como el acceder al gobierno al precio que sea; que ese fin justifique los medios y que considera el mentir como un «simple cambio de opinión», está creando un escenario devastador no solo para la política, sino especialmente para la ética y la moral públicas. No nos cansamos de repetir -para no olvidarlo-, que el citado personaje accedió a la Presidencia del Gobierno habiendo sido derrotado en dos ocasiones previas y sucesivas al obligar a tener que repetirse por vez primera unas elecciones para investir al que había resultado vencedor en ambas ocasiones y en apenas seis meses. Pese a ello, con la insólita cifra de 84 diputados (..!), la mayor derrota del PSOE desde 1978, tras su « ¡No es No..!» promovió una moción de censura apoyado en separatistas, comunistas y sucesores políticos de ETA. Desde entonces allí se mantiene con esos apoyos, y pese a haber perdido las elecciones del pasado 23J, allí pretende seguir. Para hacerlo posible atreviéndose a aceptar nada menos que una inconstitucional amnistía para todos los involucrados en el golpe de Estado secesionista de 2017, y reconocer un derecho de autodeterminación inexistente en ninguna democracia del mundo. Ante esta situación límite al que Sánchez está abocando a la España Constitucional, ya escribimos un Trípode el pasado 30 de agosto bajo el título de «¡Basta ya!», que con el Tribunal Constitucional «okupado» por las togas de Pumpido, es una perentoria necesidad conseguir una movilización ciudadana que le haga frente. Para hacerlo como la multitud que salió a las calles de España con ese grito para hacer frente a los etarras y sus cómplices que recogían «las nueces que caían de los árboles que ellos agitaban» como decía el líder nacionalista vasco Arzallus. Ahora, la airada respuesta del gobierno a la declaración efectuada en ese mismo sentido por Aznar y la convocatoria del PP a salir a la calle en vísperas del debate de investidura de Feijóo, pone de manifiesto el nerviosismo del sanchismo que se atreve a calificar de golpista a esa convocatoria. Su cinismo no tiene límites: un gobierno cuya vicepresidenta comunista se atreve a viajar a su exilio para negociar con un político separatista golpista y prófugo de la Justicia el apoyo para seguir en el gobierno, osa descalificar a quienes denuncian esa infame conducta, llamándoles golpistas. Encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra cada día se incrementa la lista de destacados militantes socialistas -al parecer ahora «golpistas»- que no están dispuestos a aceptar la infamia del sanchismo. Increíble pero real: propio de una autocracia.