Al portador

Draghi y cómo se exagera el valor del aire puro del campo

No está, mucho menos, en contra de avanzar hacia una Europa verde. Todo lo contrario, es muy partidario, pero advierte que hay que hacerlo de la forma más adecuada

John Kenneth Galbraith (1908-2006), nacido canadiense, amigo y asesor del presidente John F. Kennedy (1917-1963), nunca recibió el premio Nobel de Economía, en contra de lo que muchos creen. Provocador y personaje notable de la «gauche divide» estadounidense de la costa este, también escribió que «hay pocas cosas de nuestra actividad cotidiana que se exageren tanto como los beneficios del aire puro del campo». Mario Draghi, ex-presidente del Banco Central Europeo (BCE), el hombre que salvó al euro con aquellas tres palabras –«whatever it takes», «lo que haya que hacer»–, no se anda con rodeos y, aunque no atreve a llegar a tanto como el economista americano, también acaba de advertir sobre los excesos ecológicos, sin abjurar de un futuro verde y sostenible. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que suele apoyar y ser apoyada por Pedro Sánchez, encargó a Draghi que elaborara un informe sobre «la competitividad de la Unión Europea». El que también fuera primer ministro italiano durante una temporada presentó ayer un documento de 400 páginas, con análisis de la situación y recomendaciones, que no gustará a muchos, pero del que también cada uno elegirá lo que más le interesa.

Draghi explica que «Europa necesita un plan que vuelva a convertirla en una potencia industrial, adaptada al siglo XXI». Eso, por supuesto, requiere dinero, mucho dinero, hasta 800.000 millones de euros anuales de inversión, según sus cálculos. Un pastizal que hay que buscar para, entre otras cosas, cerrar «la brecha tecnológica» que empieza a dejar atrás a Europa. El sector privado debe invertir, pero como no tiene tanto dinero habría que acudir al sector público y es ahí donde plantea utilizar «activos seguros», que serían algo así como «eurobonos», pero sin llamarlos «eurobonos» para evitar problemas. Es complicado que la idea salga adelante, pero está ahí. También plantea otros asuntos, más sencillos, pero contrarios a la corrección y a las modas políticas. «Hay que saber –dice– compatibilizar la descarbonización con la competitividad». Añade, además, que «la fiscalidad energética es muy elevada». Draghi, en cierta medida, va contra corriente, pero también hace un ejercicio de realismo. No está, mucho menos, en contra de avanzar hacia una Europa verde. Todo lo contrario, es muy partidario, pero advierte que hay que hacerlo de la forma más adecuada para no matar, por ejemplo, a la gallina de los huevos de oro. Nada más, ni nada menos, y tampoco hay que exagerar sobre el aire puro del campo, como provocaba Galbraith.