PP

Casado siempre dijo la verdad

El informe de la Fiscalía del Tribunal Supremo, en el que se reclama el archivo de la causa sobre el master del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, remitida por la juez de Instrucción Carmen Rodríguez-Medel, deja poco lugar a las especulaciones sobre el caso, aunque, como viene siendo de rigor en estos últimos tiempos, algunos actores políticos seguirán alimentando, como han hecho hasta ahora, las insidias y las sospechas, inmunes al recto entendimiento de la verdad. Porque el informe del Ministerio Público, elaborado por el propio teniente fiscal del Supremo, Jesús Navajas, y dos fiscales de Sala, no sólo advierte de que los indicios planteados por la juez no son consistentes ni aportan un nivel suficiente de solidez, sino que no ha quedado acreditado en forma alguna, ni siquiera indiciaria, «que existiera concierto del señor Casado Blanco con cualquiera de los demás investigados». En definitiva, que estamos ante una «mera sospecha o conjetura» de la instructora, carente de prueba alguna, práctica que rechaza la doctrina del Tribunal Supremo, pero que, y es un hecho incuestionable, ha mantenido durante meses al recién elegido líder del PP en el nuevo foco de la presunción de culpabilidad, con el inevitable perjuicio personal y político. La publicación del informe fiscal ha coincidido con el cierre de la exhaustiva investigación abierta por la Universidad Rey Juan Carlos sobre los estudios de Administración de Empresas de Pablo Casado, que ha concluido que no existe irregularidad ni error alguno en el expediente académico, y con una nota previa de la Universidad Complutense de Madrid, rectificando a un medio de comunicación online, en la que la UCM señala que la obtención del título de Derecho de Pablo Casado se ajusta a la normativa y a los procedimientos en vigor. Pues bien, y como señalábamos al principio, tanto el portavoz adjunto de Podemos. Pablo Echenique, como el portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, Ignacio Aguado, alentaban ayer el infundio sobre el presidente del Partido Popular. Si era de esperar en Echenique, que representa a la peor izquierda antidemocrática, se entiende menos en Aguado, por más que desde el partido naranja sean conscientes de que han perdido su venteada antorcha de la regeneración y un arma arrojadiza con la que poner en el mismo plano moral al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al líder de la oposición. Siempre se mantuvo firme Pablo Casado en la defensa de su honradez académica y en ella creyeron y confiaron las bases del partido cuando le eligieron sucesor de Mariano Rajoy frente a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. A partir de ahora, una vez que se confirme la inadmisión del caso por parte del Tribunal Supremo, se confirmará que esas presuntas estrategias de colusión entre populares y socialistas a costa de los másteres no eran más que fabulaciones interesadas. Por supuesto, estamos ante una magnífica noticia para el conjunto de la sociedad española, que, en unos momentos de grave incertidumbre política por las acusaciones de plagio que cercan al presidente del Gobierno y por las inconcreciones de un Ejecutivo en severa minoría, sometido a la presión de sus aliados de circunstancias y que debe abordar la reactivación del desafío separatista, necesita un liderazgo fuerte y consolidado en el partido que representa la mejor, si no la única, alternativa de gobierno. Todos los indicadores económicos –el último, un déficit comercial disparado– advierten de un nuevo período de turbulencias para nuestro país, que las inconcretas medidas fiscales y presupuestarias propuestas por los socialistas no parecen tener en consideración. Conviene a los intereses generales una nueva convocatoria electoral que el Partido Popular puede encarar con garantías.