Elecciones en Francia

Cortinas de humo

El tenor general de los sondeos electorales sobre la cita europea del próximo 25 de mayo no acusa en absoluto el giro dado a la campaña por el PSOE tras el debate cara a cara entre los cabeza de lista popular y socialista, Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano, respectivamente, a cuenta de la falseada polémica del machismo. Pese a la salida en tromba de sus principales dirigentes, desde el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, hasta el líder del PSE, Patxi López, ni la opción socialista mejora sus expectativas de voto, ni el Partido Popular desciende en unas encuestas que le otorgan sistemáticamente la victoria. Cabría preguntarse cuál es la razón última que impele al PSOE a traer a la arena política asuntos que pudieron tener su razón de ser hasta mediados del siglo pasado pero que en los tiempos actuales carecen del menor recorrido. Discusiones en las que priman los viejos clichés maniqueos de la izquierda sobre la concepción de un mundo dividido sumariamente en buenos y malos, y que, casi siempre, acaban por convertirse en un insulto a la inteligencia. Como ya advertimos en un comentario anterior, no parecen ser conscientes en las filas socialistas de que el exceso en la caricaturización del adversario, con trazos que ni el feminismo más militante acaba de creerse, se puede volver en su contra. Entre otras razones, porque se corre el riesgo de movilizar el voto contrario, herido por la exageración y el estereotipo. Subyace, además, la percepción de que el recurso a la muleta ideológica no es más que el intento de cubrir con cortinas de humo las propias carencias programáticas y argumentales. A estas alturas de la campaña, los electores saben con bastante certeza cuáles son las líneas generales del proyecto europeo del Partido Popular, que han sido reiteradamente expuestas a lo largo de los últimos dos años, cuando la amenaza del rescate y las disfunciones del regulador financiero europeo llevaron a Mariano Rajoy a encabezar un movimiento de reforma del sistema para culminar la unión monetaria. A esta propuesta, que recibió el respaldo de la Comisión, se han sumado tanto gobiernos de centro derecha como socialdemócratas. Igual reza para las propuestas sobre una nueva Política Agraria Comunitaria, que no puede seguir limitándose al mero reparto de subvenciones, o a las medidas tendentes a una mayor convergencia social, con especial hincapié en los jóvenes sin empleo. Pues bien, el programa socialista reitera los manidos lugares comunes de la izquierda, basados en más dinero público, sin llegar a presentar una verdadera alternativa, entre otras cuestiones, porque las políticas de expansión presupuestaria ni siquiera encuentran ya el respaldo de la socialdemocracia europea, resignada a la postre al saneamiento del déficit.