El desafío independentista
Llaman a luchar y ni podrían pagar las pensiones
Mientras se multiplican las voces sensatas en Cataluña, como las de los empresarios que integran el Círculo de Economía, que apelan a la Generalitat a una rectificación y a la convocatoria de elecciones, los radicales de la CUP, en cuyas manos ha sido rehén el Gobierno de Carles Puigdemont, llaman a la «lucha» y auguran una «respuesta en forma de desobediencia civil masiva por parte de la ciudadanía». Sin embargo, estos individuos, que proponen una sociedad basada en «la autoorganización, la autotutela, la resistencia desde el municipalismo y el internacionalismo», ocultan a los ciudadanos la realidad de que una Cataluña hipotéticamente independiente ni siquiera podría hacer frente al pago de las pensiones. Los datos contables son demoledores. Dado el déficit presupuestario de la Generalitat y la imposibilidad de acudir a financiarse a unos mercados que mantienen la deuda pública catalana en los niveles del bono basura, cada pensionista vería reducirse su nómina mensual en 209 euros de media. Y todo esto, sin incluir en las previsiones presupuestarias la inevitable caída de las cotizaciones sociales por el incremento del desempleo. Pero ninguna de las advertencias leales que se han hecho a los separatistas –muchas ya cumplidas, como la salida masiva de empresas– parecen hacer mella en un sectarismo a prueba de cualquier racionalidad.
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