Bruselas

No hay atajos contra el paro

El descenso del paro por segundo mes consecutivo, aunque beneficie a una modesta cifra de 46.050 personas, aporta cierto alivio al mercado laboral, que baja de los cinco millones de desempleados, y matiza los datos de la última EPA. También es positivo el dato relativo a la afiliación a la Seguridad Social, que registró en abril un alza de 51.077 nuevos cotizantes. Por sí solas, estas estadísticas no permiten hacerse ilusiones, pero sí alientan la confianza en que las medidas económicas del Gobierno, empezando por la reforma laboral que con acierto ha defendido la ministra Báñez, están bien encaminadas y acabarán por dar sus frutos. En opinión del ministro de Economía, Luis de Guindos, datos como los del paro revelan que se está produciendo un giro en la economía española y si bien este de 2013 será un año de transición, no alberga dudas de que la recuperación se producirá en 2014. No existen fórmulas mágicas para acabar con el paro, sino que depende de un conjunto de medidas legislativas, fiscales y de estímulo que necesitan tiempo para frenar, primero, la inercia destructiva de una crisis prolongada y para, a continuación, propiciar las condiciones del despegue. El Gobierno de Rajoy ha tomado ya buena parte de esas decisiones imprescindibles, algunas incluso contrarias a su programa electoral para evitar el rescate, como confesó ayer el propio presidente. Pero seguramente sea necesario profundizar en algunos aspectos de la reforma laboral, además de desatascar las cañerías del crédito a las pymes y de rebajar la tributación de empresas y familias. Otras reformas, como las de la Administración Pública, la Unidad de Mercado y la Energía, son también inexcusables para regenerar el tejido económico. No obstante, el camino es largo y no conviene caer en el espejismo de los atajos, como le sucede al PSOE. La propuesta que ha hecho Rubalcaba de desviar 30.000 millones del rescate bancario a iniciativas asistenciales y de conservación del empleo ha sido inmediatamente desautorizada por Bruselas, lo que revela que con voluntarismo o con cuentas de la lechera, lejos de solucionar los problemas, se siembra confusión y se alimenta la frustración de los ciudadanos. Es cierto que la superación de la crisis depende no sólo del esfuerzo de los españoles, sino también del apoyo de la Comisión Europea y de instituciones clave como el BCE, de ahí que el Gobierno de Rajoy se haya empleado a fondo para dulcificar el rigorismo presupuestario y para demandar más urgencia en la unión bancaria y financiera. Al respecto, resulta ilustrativo el alto grado de coincidencia entre el presidente español y el primer ministro italiano, Enrico Letta, sobre la necesidad de que España, Italia y Francia vayan de la mano a la hora de reclamar políticas de estímulo y de cohesión que pongan fin a la recesión.