París
No valen las excusas pueriles de Pablo Iglesias frente al yihadismo
En una parte de la izquierda europea subsiste la inclinación a interpretar la realidad de acuerdo a sus prejucios idológicos y no a lo que significan los hechos. Una vez más lo estamos viendo en las reacciones políticas a la tragedia vivida en París, en las que circunspectos representantes de la socialdemocracia europea tratan de equiparar responsabilidades, en lo que supone un ejercicio de equidistancia entre los asesinos y sus víctimas. Es cierto, y como tal sería absurdo negarlo, que algunas decisiones de política exterior tomadas por Occidente en relación con el Próximo Oriente han podido responder a intereses dudosos o, simplemente, a errores de cálculo provocados por una mala información, pero en absoluto pueden ser equiparados o justifican un terrorismo sanguinario, que en ciertos lugares adopta formas genocidas, como es el que practica el Dáesh. Es igualmente cierto que no conviene arbitrar soluciones sencillas a problemas complejos, y el enfrentamiento multilateral en el marco de una guerra sectaria como la que llevan a cabo chiitas y sunitas lo es, pero tampoco por ello se justifica la inacción cuando está claro el objetivo a alcanzar. Y por último, pero no menos importante, es injusto cargar la mano sobre unas supuesta culpabilidad occidental, a la que se exigen comportamientos angélicos, mientras se excusan actitudes excluyentes, fanatismos religiosos y totalitarismos ideológicos en los movimientos yihadistas que asolan buena parte del mundo. Es un escenario, puesto de trágico relieve por la matanza de la capital francesa, en el que sólo existe una postura legítima y razonable, que es la del cierre de filas de los demócratas contra el terror. Por el contrario, el sábado, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se enredó en justificaciones pueriles, planteamientos de estrategias que no son más que brindis al sol y acusaciones interesadas para explicar su negativa a adherirse al pacto contra el terrorismo yihadista suscrito por los dos principales partidos españoles, el PP y el PSOE, al que se sumaron otras formaciones parlamentarias y que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de los socialiastas, Pedro Sánchez, han abierto a todas las fuerzas políticas nacionales. Es un acuerdo razonable, que ha propiciado un refuerzo legal e institucional a la lucha de las Fuerzas de Seguridad contra el terrorismo islamista, pero que, sobre todo, demuestra la voluntad inequívoca de mantener la unidad en la defensa de la democracia y las libertades ciudadanas. Cita Pablo Iglesias, como fuente de autoridad, la opinión del ex general del Aire Julio José Rodríguez, su flamante fichaje electoral, para rechazar que lo ocurrido en París pueda considerarse un acto de guerra, cuando se trata de un ataque combinado contra población civil indefensa por parte de una entidad que dispone de territorio, estructura de gobierno y un ejército que ha sido capaz de derrotar a las fuerzas regulares de Siria e Irak. Señala, además, Pablo Iglesias con especial ahínco la responsabilidad de Arabia Saudí –que la tiene–, pero sin aclarar a sus votantes los intereses económicos que le han ligado al régimen chiita iraní, que es el máximo enemigo de los saudíes. Un político que aspira a gobernar una de las principales naciones de la Unión Europea no puede escudarse en lugares comunes y vaguedades, ni defender intereses propios, cuando se trata de abordar algo tan determinante como es la seguridad y la libertad de los ciudadanos.
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