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Unidad frente a la tragedia

El accidente aéreo ocurrido ayer en la región alpina de la Alta Provenza, en el que han perdido la vida 150 personas, es una tragedia europea en el más amplio sentido del término. Europeo era el avión siniestrado y la compañía que lo operaba; europeas, las ciudades entre las que volaba; europeas, las montañas contra las que se estrelló y, en fin, europeos, la gran mayoría de los pasajeros y tripulantes fallecidos en la catástrofe. Por ello, en medio del dolor y el desconcierto que atraviesa el Viejo Continente, es bueno destacar el extraordinario espíritu de colaboración que ha presidido la actuación de todos los gobiernos y organismos de la Unión Europea directamente implicados en la tragedia, así como la fraternal solidaridad del resto. La imagen de Sus Majestades Don Felipe y Doña Letizia acompañados por el presidente de Francia, François Hollande, siguiendo las primeras noticias de la catástrofe es el mejor símbolo de esa conciencia de unidad, como también, lo son el abierto cruce de informaciones, el despliegue de equipos conjuntos de rescate e identificación de víctimas, el establecimiento de centros comunes de gestión de crisis e investigación de las causas del accidente. Toda la potencialidad técnica y humana de la UE puesta al servicio de una labor siempre compleja y difícil como es la gestión de una gran tragedia aérea. Mención aparte merecen las autoridades españolas, por la celeridad y coordinación con las que han actuado todos los departamentos del Gobierno implicados: desde la Vicepresidencia –cuya titular, Soraya Sáenz de Santamaría, puso en marcha el gabinete de crisis–, a Fomento, con el viaje inmediato de la ministra Ana Pastor al lugar del accidente, pasando por los organismos aeroportuarios, volcados en la atención a los familiares de las víctimas. Ahora queda afrontar la parte más dolorosa, con el rescate de los cadáveres y su identificación para, en seguida, tratar de despejar las incógnitas que presenta un accidente de estas características, tan poco usuales, por cuanto el Airbus siniestrado perdió altura controladamente durante ocho minutos antes de estrellarse. En la aviación comercial moderna es muy difícil hallar una sola causa que explique la pérdida de un aparato y sus ocupantes, tal es la complejidad y extensión de las medidas de seguridad que se exige a las compañías que operan en los cielos de Europa. El hallazgo de las «cajas negras» del Airbus, con la grabación de las conversaciones en la cabina de vuelo, los parámetros de velocidad y altitud, y los registros del funcionamiento de los motores y de los equipos electrónicos y eléctricos, acabará por desentrañar las razones de lo ocurrido y servirá para avanzar en la seguridad de un medio de transporte que, pese a todo, tiene los índices más bajos de siniestralidad.