Política
VOX sabotea al centro derecha
Sin duda, el discurso del candidato popular para el Gobierno autónomo de Murcia, Fernando López Miras, podía colmar la exigencia de legitimidad como actor político que parece necesitar VOX, más allá de cualquier otra consideración. López Miras, en efecto, dijo alto y claro en la Cámara murciana que ninguna de las propuestas de la formación que preside Santiago Abascal eran ilegales, atentaban contra la Constitución o significaban menoscabo alguno de las libertades individuales, en una declaración de principios que cualquier político razonable, más preocupado por los intereses comunes que por un equivocado sentido de la dignidad, hubiera entendido. Pero no. En Murcia ha primado la irracionalidad y la soberbia de los representantes de VOX, dispuestos a llevar a la inestabilidad a la región con tal de dejar bien sentado que lo que cuenta es el memorial de agravios que mantiene con Ciudadanos y no aprovechar la mano tendida desde el Partido Popular, aunque ello redunde en beneficio, precisamente, de una izquierda que, sí, les niega el pan y la sal. Ciertamente, el papel que en todo este asunto está jugando el partido de Albert Rivera puede ser calificado de muchas formas, menos de ejemplar. No es de recibo que la formación naranja pretenda beneficiarse de los votos de VOX para alcanzar cuotas de poder municipal y autonómico mediante sus acuerdos con el Partido Popular, mientras niega carta de naturaleza al otro colaborador necesario. Más aún, si lo hace desde un discurso mixtificado, simple eco de la habitual política de estigmatización de la izquierda, que no hace muchos meses propugnaba cordones sanitarios y llegaba a tildar de fascista al propio Albert Rivera. Pero con todas las consideraciones que sean precisas, la responsabilidad de lo sucedido ayer en el Parlamento de Murcia, y de lo que pueda suceder en la Asamblea de Madrid, corresponde exclusivamente a VOX. En primer lugar, porque su pretensión de formar parte de un programa de Gobierno tripartito, aunque legítima, parte de un error de perspectiva incuestionable, como es la negativa, también legítima, de uno de sus potenciales miembros. Se propuso la alternativa razonable, como ayer confirmaron los representantes de Ciudadanos, de incluir las propuestas del partido verde, que no eran en absoluto incompatibles con el programa de Gobierno, mediante un documento anexo, firmado con el Partido Popular. Pero nada parece servir ante la indignación sobreactuada de unos dirigentes que dicen sentirse ninguneados e insultados en la dignidad de sus votantes, pero que, a la hora de verdad, exigen su cuota en el reparto del poder. Se argüirá que están en su perfecto derecho a la hora de hacer valer sus votos, pero no es exactamente así. En primer lugar, porque los magros resultados electorales de VOX en las comunidades de Murcia y Madrid les hacen imprescindibles para la conformación de unos ejecutivos autonómicos de centro derecha, pero son insuficientes para bloquear la alternativa contraria: un gobierno de centro izquierda, con Ciudadanos apoyando a los candidatos socialistas. Es decir, la herida vanidad de VOX puede causar el indeseado efecto de entregar Murcia y Madrid a la izquierda. No creemos que los votantes de Santiago Abascal –que debería no descuidar el tono de sus expresiones, pues la firmeza y la convicción ideológica no están reñidas con las buenas formas– estuvieran muy de acuerdo con este resultado. Todavía hay tiempo para rectificar y aproximar posiciones. Incluso Ciudadanos, tras el nefasto efecto Valls, empieza a entender lo absurdo de seguir el manido juego a los partidos excluyentes de la izquierda. Pero, insistimos, la principal responsabilidad es de VOX y son sus dirigentes los que están llamados a rectificar.
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