Las correcciones

Egos, amnistía y el mal de todos

Haley se fue sin besar el anillo y citó a Thatcher: «Nunca sigas a la masa. Decide por ti mismo»

Los partidos políticos entran en crisis cuando son incapaces de escuchar a sus ciudadanos y permanecen enredados en sus propias batallas internas olvidándose de que su razón de ser era la de defender el interés general y el bien común de la nación que gobiernan o aspiran a gobernar. Pues bien, en Estados Unidos la mayoría de sus ciudadanos cree que ni Joe Biden (63%) ni Donald Trump (57%) tienen las facultades mentales y físicas para completar un segundo mandato como presidente de Estados Unidos. A pesar de esta clamorosa percepción, los egos de dos ancianos discapacitados –uno mentalmente y otro éticamente, describía «The Times» en su editorial– han triunfado por encima de los deseos de la mayoría de votantes de una nación con 340 millones de almas. Estados Unidos no es un país cualquiera, es la mayor democracia del mundo, y lo que ocurre al otro lado del Atlántico nos afecta a todos.

Las primarias del Supermartes han dejado a Trump a un paso de los 1.215 delegados necesarios para asegurarse la nominación y han confirmado que la candidatura de Joe Biden no tiene alternativa. La retirada de Nikki Haley de la carrera republicana ha despejado el camino de Trump para las presidenciales. Sin embargo, Haley evitó besar el anillo en su despedida y se marchó con una cita de Margaret Thatcher: «Nunca sigas a la masa. Decide siempre por ti mismo». Haley podría mantener su espíritu crítico a la espera de que algún día el Partido Republicano rompa el hechizo trumpista y aunque eso no altere el resultado de las primarias –«Trump va a ganarlas por un margen tan amplio que parecerán elecciones soviéticas», escribía en estas páginas el profesor de Princeton, Charles M. Cameron– sí podría decantar el voto de los electores republicanos moderados el 5 de noviembre.

Trump, no obstante, afronta estas elecciones como una lucha por su supervivencia. Perseguido por la Justicia y teniéndose que enfrentar ya a una multa de 500 millones por fraude fiscal, espera regresar a la Casa Blanca para blindarse bajo la inmunidad presidencial. El escándalo sexual que afecta a la fiscal de Georgia podría borrar la acusación sobre el intento de amañar las elecciones de ese estado en 2020. La imagen de Trump como presidente desde la cárcel se desvanece. Los lugartenientes de su campaña –adultos que saben lo que hacen– son conscientes de que el peor enemigo de Trump es él mismo. Por eso, tratan de limar sus excesos y buscan cultivar un perfil presidencial.

Respecto a Biden, hasta los propios demócratas reconocen que es un candidato débil. La edad no es el problema, –Robert Murdoch sigue dirigiendo su imperio con 92 años, aunque haya abandonado simbólicamente la presidencia de Fox y News Corp– sus contorsiones verbales y sus saltitos son los que exponen su fragilidad. El éxito del regreso de Trump también ha puesto de manifiesto la significativa preocupación de los votantes moderados respecto a la inflación –que se ha cebado con los alimentos– y la inmigración ilegal, puntos débiles de la política de Biden. El presidente quiso dar una imagen energética en el Discurso del Estado de la Unión, pero su voz apenas es audible. «¿Nunca has presenciado un accidente de tráfico que veías venir pero que no podías parar?», se preguntaba Charles M. Cameron: «Bienvenido a la política americana», respondía. Para mal de todos, añado yo.