El trípode

España carece de Gobierno

r. Su última «jugada», y que le ha salido mal, es intentar colar unos Decretos Ley (ya que es incapaz de aprobar leyes) que son una macedonia de distintos temas sin relación entre sí para conseguir que la necesidad o conveniencia de aprobar algunos, haga de coladero de otros literalmente infumables.

El sábado 7 de septiembre en una reunión del Comité Federal de «su» partido, Sánchez hizo una afirmación que causó un justificado revuelo que incluso le obligó a matizarla poco después, dada su gravedad. Ante la sumisa cúpula de su partido, y en un tono categórico, afirmó que «Vamos a avanzar con determinación, con o sin apoyo de la oposición, con o sin el concurso de un poder legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo». Que en una democracia parlamentaria un presidente del Gobierno descalifique no solo a la oposición sino al poder legislativo exigiéndole que tiene que ser «más constructivo», es decir, más sumiso a la voluntad del Gobierno, denota una evidente vocación autocrática.

Que sin duda alguna cada día que pasa es más patente en el personaje que está instalado en el Gobierno con una manifiesta incapacidad de gobernar. Estamos ya en 2025 y carecemos de Presupuestos de 2023 y 2024 y todo apunta a que no se van a aprobar tampoco este año, lo que convierte a su Gobierno en menos que en un «objeto inútil» como él afirmó siendo jefe de la oposición respecto del gobierno del PP. Es obvio que ahora ha «cambiado de opinión» aunque la situación actual es sencillamente de incapacidad absoluta de gobernar.

Decíamos que no es lo mismo «estar en el gobierno» que gobernar. Su última «jugada», y que le ha salido mal, es intentar colar unos Decretos Ley (ya que es incapaz de aprobar leyes) que son una macedonia de distintos temas sin relación entre sí para conseguir que la necesidad o conveniencia de aprobar algunos, haga de coladero de otros literalmente infumables. Así ha sucedido con el RDL cuya denominación –«ómnibus»– ya expresa lo que comentamos, al mezclar la revalorización de las pensiones (que afectan a 12 millones de pensionistas) y subvenciones para el transporte, con cuestiones como regalarle un palacete en París al PNV, o limitar la capacidad de expulsar a los okupas. Sánchez tiene a su partido sometido cual rebaño que sigue a su pastor a donde él ordena, en una imagen que provoca vergüenza ajena, sin capacidad de la menor autocrítica ante el deplorable espectáculo de su líder supremo que «ordena y manda» a sus súbditos mientras se pliega sumiso ante las intemperancias de un prófugo de la Justicia de cuya voluntad depende su suerte. La caída del sanchismo va a arrastrar a la de su PSOE en cuya hoja de servicios estos años sanchistas son un baldón que no van a conseguir retirar de la memoria «histórica y democrática» de los españoles.