Tribuna
Y no estábamos todos
Como rezaba el Manifiesto de ayer en Colón: «Tomar democráticamente la calle, exteriorizar públicamente la indignación, exigir la dimisión de Pedro Sánchez y la convocatoria de elecciones, no son inútiles actos de desahogo...»
Ayer sábado 10 de mayo de 2025, en la Plaza de Colón de Madrid se puso de manifiesto ese hartazgo que nos acongoja a la inmensa mayoría de ciudadanos. Las razones son tan graves, una a una y todas juntas, que provocan un hastío indescriptible y un profundo rechazo hacia el que ostenta la presidencia del Gobierno de España, sin haber ganado elección alguna, así como de sus directos colaboradores, tanto en los Ministerios como en «su partido» socialista, y – cómo no- de los inefables e imprescindibles socios, todos ellos enemigos declarados de la España constitucional, que hacen posible una mayoría parlamentaria que en modo alguno representa a la mayoría social.
«Por la Dignidad de España», Sánchez dimite de una vez y convoca elecciones transparentes y sin chapuzas… ésta fue la única pretensión de aquella multitud en la que no estábamos todos porque ni la fecha, ni el lugar eran los deseados puesto que la Delegación del Gobierno había puesto, como otras veces, todas las dificultades posibles. Tampoco ayudaban las previsiones meteorológicas, ni los compromisos familiares ineludibles en este mes de mayo, ni la penuria económica de los que querían venir de todos los rincones de España, desde Las Canarias a Ferrol o desde Figueras a Tarifa. Tampoco ayudaba -por qué negarlo- la falta de compenetración de los dos grandes partidos de la oposición. Pero la degradación democrática y política de España era y es inasumible.
Decisiones de Sánchez que hace unos años nos parecían aberrantes –y lo son– y ese empeño patológico de aferrarse al poder a cualquier precio nos resultaban incomprensibles a los ciudadanos de a pie, pero esas razones de fondo de tamaña irresponsabilidad van clarificándose, gracias al heroico trabajo de la UCO y de nuestros jueces. En resumen, corrupción y más corrupción en la que están enfangados Sánchez, su familia, su Gobierno y su partido socialista, que ha dejado de serlo para tantos españoles de bien.
Sánchez se ha aplicado obstinadamente a un proceso de deconstrucción, aprobando leyes evidentemente inconstitucionales, mutilando el Código Penal, puenteando tramposamente los procedimientos previstos para la toma de decisiones en las Cortes, ninguneando a los partidos de la oposición hasta límites obscenos, «metastatizando» una a una todas las Instituciones del Estado que debieran controlar al gobierno de turno,.. y no satisfecho ahora se aplica en la usurpación de empresas privadas. Todos estos desmanes, y los que no son posibles de enumerar, los ejecuta con la actitud chulesca y despótica del que se sabe protegido por ese personaje siniestro que se ha erigido en la mayor autoridad judicial del Estado: Cándido Conde Pumpido, que osa enmendar la plana al Tribunal Supremo.
Sánchez sabe que no puede salir a la calle porque no se le quiere, porque le ladran hasta las farolas. Pero …¿quién puede querer a un presidente que reacciona con indiferencia ante las víctimas del volcán de Canarias o de la DANA, mientras se prodiga en privilegios a los inmigrantes ilegales, para satisfacer las exigencias del Rey de Marruecos, ante el que se inclina para besarle la mano, mientras muestra evidentes faltas de respeto a nuestro Rey Felipe VI? Es sólo un ejemplo.
Mientras se suceden a diario los atropellos constitucionales, escándalos de todos los colores, mentiras y manipulaciones, ataques a jueces y periodistas, nepotismo, chulería y abusos de poder nuestra democracia se desmorona y con ella la convivencia en concordia. Pero la inmensa mayoría de españoles queremos una España libre, democrática y constitucional, aquella que supo cerrar ejemplarmente las heridas del pasado en una Transición que ahora pretenden extirpar de la Memoria de todos los demócratas y de la educación de las nuevas generaciones.
A pesar de los pesares, ayer se plasmó gráficamente que esa inmensa mayoría de españoles, de todas las sensibilidades, es una realidad y está dispuesta a defender la legalidad, la libertad y la dignidad de nuestra nación, cueste lo que cueste. Ciertamente, necesitamos que los jueces lleguen hasta el final en los procesos abiertos o con indicios suficientes para iniciarse. Necesitamos esa fortaleza de nuestra Guardia Civil y nuestra Policía Nacional, tan maltratadas, a las que nos unirá siempre una deuda de gratitud impagable. Necesitamos más profesionales de la información que cumplan con su deber y la tenacidad de los que ya lo hacen con tanto coraje. Necesitamos, también y sobre todo, la unión de los partidos de la oposición, conservando sus legítimas diferencias, pero coordinados en el objetivo de lograr la alternativa que España reclama.
Como rezaba el Manifiesto de ayer en Colón: «Tomar democráticamente la calle, exteriorizar públicamente la indignación, exigir la dimisión de Pedro Sánchez y la convocatoria de elecciones, no son inútiles actos de desahogo, (…) demuestran que lo que sucede en España (…), reflejan un espíritu de resistencia a los atropellos del Gobierno que frena e invita a la reflexión a quienes todavía lo apoyan y moviliza a los indecisos; muestran a la distante y siempre cauta clase política de Bruselas que España sufre una (brutal) crisis democrática, permitiendo que sientan la presión popular a la hora de tomar sus decisiones (…). Hemos de hacer entender: «que Pedro Sánchez suscita el frontal rechazo de una gran parte de su población y que ha hecho de la división entre españoles su bandera». Nos sobran los motivos, tenemos las herramientas, aquí nos tendrán hasta extirpar ese cáncer metastatizado que Sánchez y su antecesor R Zapatero se han encargado de propagar.