
Biblioteca Harley-Davidson
Eufemia
No podemos permitirnos que la juventud pierda la fe en la democracia. Evitarlo solo se conseguirá mostrándoles la diferencia entre esta democracia falsa de mentiras y una democracia honesta y bienintencionada
En la antigua Grecia, el vocablo «eufemia» designaba a las palabras de buen augurio y «blasfemia» las de mal augurio. Estamos presenciando estos días unas investigaciones, comisiones senatoriales y juicios donde contemplamos cómo nuestros políticos muchas veces mienten con una desfachatez estupefaciente. Dado que mentir al pueblo siempre será un mal augurio de política futura, gran parte de los líderes con mando en plaza intentan vestir sus mentiras con expresiones que suenen a mejor augurio como «cambiar de opinión», «no tener noticia», «ser selectivo con la verdad» y todo tipo de delirios retóricos similares. La democracia se basa en participación y representatividad, y ambas cosas, para que funcionen, requieren antes que nada confianza. No podemos esperar que los españoles tengan confianza en un sistema democrático basado en gestores que mienten constantemente, que filtran informaciones interesadas, que están más preocupados por ganar el relato que por hacer su trabajo, que se colocan dentro del propio tribunal para juzgarse a sí mismos. También en la antigua Grecia, «demos» significaba pueblo y «kratos» poder. Si queremos que el pueblo confíe en ser depositario del poder que guía nuestra sociedad y no crea que está siendo víctima de una farsa, debemos urgentemente obligar a los partidos a ser más transparentes y elevar de una manera geométrica los castigos por corrupciones mentirosas. No podemos permitirnos que la juventud pierda la fe en la democracia. Evitarlo solo se conseguirá mostrándoles la diferencia entre esta democracia falsa de mentiras y una democracia honesta y bienintencionada. La izquierda y la derecha actualmente se parecen como los gemelos Torres en muchas cosas, lo cual nos lleva inevitablemente a pensar entonces que esta izquierda no es tal izquierda. Porque lo que queda fuera de toda duda hasta para los izquierdistas es que la derecha sigue siendo derechista. Viéndolas similares, no será extraño que la juventud termine prefiriendo un claro original que a impostores mentirosos.
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