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Letras líquidas

El factor Podemos

Nos encontramos en el segundo septiembre sin cuentas (el tercero después del 23J), aunque ahora sí, parece que sí, el Gobierno ha manifestado su voluntad de presentarlas

En el camino uno siempre encuentra obstáculos. Llegar a cualquier parte o cumplir alguna meta implica dificultades. Algunas reales, otras más ficticias, al modo de los molinos de viento de Don Quijote. Unas permanentes y otras susceptibles de deshacerse sin frenar el avance. De todo traen los trayectos. Y en el viaje que supone cada legislatura, ésta que transitamos luce varias peculiaridades que la hacen diferente: una de las más llamativas, si no la más, pese a camuflarse entre el caos imperante, es la ausencia de presupuestos propios. Se ha repetido hasta la saciedad, en una especie de debate tan absurdo como inconstitucional, la duda sobre si es obligado o no, la Carta Magna lo deja claro, pero, ay, no detalla las consecuencias de su incumplimiento. Y nos encontramos en el segundo septiembre sin cuentas (el tercero después del 23J), aunque ahora sí, parece que sí, el Gobierno ha manifestado su voluntad de presentarlas. Intentando salvar algunas de las dificultades a las que se enfrentan. A saber. La primera de ellas parece estar afrontándose: la situación de Puigdemont, su eterna presión por los siete votos y a la espera de la ejecución de la amnistía y de la completa «reinserción» política. El pulso eterno entre Junts y ERC, la competición por ver quién consigue más logros separatistas se mantiene en una carrera enloquecida que aún espera, por ejemplo, la oficialidad del catalán en Europa. Y el resto de socios, cuyos votos se necesitan, todos y cada uno, con sus variadas y, a veces, opuestas exigencias esperando también para obtener sus ventajas. Los temores por los procesos judiciales abiertos, con especial atención a la corrupción en los alrededores del PSOE y que puede marcar una línea roja para el apoyo de los grupos a las cuentas del Ejecutivo. Y si a todas estas debilidades les faltara algo, si todas ellas consiguieran superarse, allí, detrás de esos molinos de viento, se ve algo que parece una alargada sombra, y es la de Pablo Iglesias y sus herederos políticos.