
Tribuna
Feliz 2025: un año para la Justicia
Como era previsible, la restauración de la verdad les ha llegado a algunos muy a su pesar y se atrincheran en una infantil y rotunda negación de todo delito

En los últimos estertores de 2023, por estas mismas fechas, titulé esta Tribuna como “Feliz 2024: un año para restaurar la verdad”. Quizá, fue entonces una encubierta, aunque pública, carta a los Reyes Magos. La realidad es que el año que acabamos de concluir no ha dejado de sobrecogernos, a diario, con evidencias que mostraban sin ambages una innumerable retahíla concatenada que se nos presenta al final de este 2024 como una sólida red de ambiciosos y oscuros negocios, con todos los delitos que fueron requeridos, que embarran al presidente Sánchez, a sus más cercanos colaboradores presentes y pasados, a su familia, a varios Ministerios (no sé si a todos, porque son tantos…) que por el momento se han plasmado en un notable número de imputaciones en los Tribunales y que sugieren no ser más que la “punta del iceberg”.
Sin duda, se está empezando a restablecer la verdad en nuestro “ecosistema político y mediático”, en estudiada expresión de este insólito presidente al que hay que reconocerle unas cualidades insuperables para el “arte dramático”. Si como decía, aquella Tribuna de recibimiento al 2024 fue una carta a los Magos de Oriente no puedo menos que darles sinceramente las gracias por tamaño regalo. Pero, como ocurre de forma habitual, el cielo nos socorre sirviéndose del buen hacer de algunos de nuestros coetáneos, en este caso, admirables y heroicos jueces, investigadores policiales -especialmente los miembros de la UCO- y ese ejército sin cuartel de periodistas que no claudican, que se aplican con una ejemplar obstinación a restaurar la verdad.
Este año que se nos esfuma será un año inolvidable por la gallarda actuación de unos, los defensores de la Democracia, y el vergonzoso, humillante y inefable comportamiento de quienes, sin precedentes en la España democrática, han incurrido en una pavorosa sarta de delitos con la única finalidad de servirse de su posición para enriquecerse.
Sin duda, otro protagonista al que los ciudadanos de a pie mostramos nuestra sincera gratitud es al Rey Felipe VI por su serenidad, fortaleza, elegancia y gran corazón, que en este bochornoso zafarrancho nacional ha mantenido una digna imagen de nuestra nación, imprescindible en el desprestigio internacional que España está sufriendo por obra y desgracia del presidente Sánchez y de su antecesor Rodríguez Zapatero.
Como era previsible, la restauración de la verdad les ha llegado a algunos muy a su pesar y se atrincheran en una infantil y rotunda negación de todo delito. Digo infantil porque recuerda la reacción del niño que - al verse sorprendido- niega, obstinadamente, haberse comido el chocolate, cuando tiene boca y tres centímetros alrededor de la misma embadurnados de la ansiada golosina. En el caso del niño, esta instintiva defensa es cómica y genera cierta ternura porque denota ingenuidad. En los innumerables casos que nos ocupan, empezando por el presidente del gobierno, su familia, ministros y colaboradores y la sarta de acólitos profesionales de los medios esclavizados por Moncloa, esta rotunda negación de la realidad - por obvia y probada que esté - suscita vergüenza, indignación, repulsa y cierta desesperanza, al observar que este vil y rudimentario procedimiento de mentir contra toda evidencia resulta útil para mantener ese, tan sólido como acrítico, voto cautivo al partido socialista: nada menos que 7 millones 800 mil votos en las extenuantes - no sólo por calurosas - elecciones del 23J de 2023.
No puedo dejar de mencionar otra gran verdad que ha derribado todas las fronteras en este año 2024, imponiéndose indiscutiblemente en la opinión pública mundial. Me refiero al triunfo el 20 de julio, por goleada, de la oposición venezolana que ha dejado “sin capa y sin manteo” a la narco-dictadura de Nicolás Maduro aún contando con “observadores internacionales” de la catadura moral del presidente Zapatero o el apoyo del partido socialista de Pedro Sánchez manifestado en la negativa al reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela en todas las instancias nacionales (Congreso y Senado) e internacionales (Parlamento Europeo) en las que está representado. Posición que a nadie le ha sorprendido por las estrechas, sustanciosas e inconfesables alianzas que mantienen Sánchez y sus cómplices con la Venezuela de Maduro y que hemos ido conociendo, dosificadamente, en estos últimos meses.
A pesar de los pesares, el recién estrenado 2025 se insinúa como un año recio, pero esperanzador. La ardua tarea de restauración de la verdad, que estamos viviendo, deberá necesariamente dar paso a la restauración de la Justicia, como también lo deseamos para Venezuela el próximo 10 de enero de 2025 en que deberá tomar posesión el presidente electo, mal que le pese al narco-dictador. Por todo ésto y por mucho más … ¡un brindis por un prometedor y saludable 2025! Sí, “saludable” porque nada es más dañino para la salud física y psíquica que la injusticia.
Inma Castilla de Cortázar Larreaes Catedrático de Fisiología Médica y Metabolismo, Vicepresidenta de la Fundación Foro Libertad y Alternativa (L&A).
✕
Accede a tu cuenta para comentar