La situación
Los fontaneros del PSOE
«La hinchada defiende ciegamente a los suyos, porque lo importante no es lo que hayan hecho, sino sostenerlos en el poder»
«Ni fontanera, ni cobarde», respondió Leire Díez a los periodistas en una extravagante comparecencia ante los medios, después de que se desvelaran sus trapicheos político-judiciales, de la mano de Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, que después acabó en prisión provisional. La fontanera, que negaba sus labores subterráneas, no quería ser equiparada con los «plumbers», los fontaneros de la Casa Blanca, así bautizados cuando estalló el Caso Watergate, a principios de los año 70. Aquellos «plumbers» tenían un cierto nivel, del que carece nuestra castiza fontanera, y terminaron en prisión. Su jefe, el presidente Richard Nixon, se vio obligado a dimitir, y evitó la cárcel gracias al perdón presidencial (una especie de amnistía), decretado por su sucesor, Gerald Ford. Por tanto, la fontanería política goza de cierto pedigrí.
A pesar de lo antedicho, nadie homologará el Caso Watergate con el Caso Fontanera. Pero sí pueden compararse los objetivos de ambos exploradores de las cloacas políticas, empeñados en que decaigan las investigaciones periodísticas y judiciales que amenazan el futuro político de sus jefes. También se asemejan en el periodo intermedio, que se inicia cuando, después de remover el contenido de las cañerías, el hedor abandona el subsuelo, se hace presente ante el olfato de todos, y se convierte en noticia diaria. Solo nos queda por saber si el resultado judicial último será similar al del Watergate. Es cuestión de tiempo.
Mientras se recorre ese camino, aparecen nuevos datos obtenidos por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), que suponen añadir paladas de tierra a la montaña, cada vez más alta y más extensa, de los escándalos que rodean a La Moncloa. Pero estamos ante un caso paradigmático de estos tiempos polarizados en el que vivimos, cuando las posiciones políticas tienden a los extremos, en lugar de a la moderación: la hinchada defiende ciegamente a los suyos, porque lo importante no es lo que hayan hecho, sino sostenerlos en el poder. Y si el líder dice que las acusaciones son falsas, falsas se considerarán. Los nuestros, por encima de todo, incluso de la ley y de la verdad.