Mar en calma
Frank Cuesta
No sé quién ni por qué odia tanto a Frank Cuesta pero no creo que merezca el acoso y derribo que está recibiendo
Sin duda el protagonista de esta semana es Frank Cuesta. Nadie que le conozca creyó el comunicado en el que confesaba que todo era una farsa y que su personaje se le había ido de las manos. Estaba claro que era un guion.
Los que vimos su trabajo de cerca, comprobamos su cuidado y amor hacia los animales. Demasiados años defendiéndolos con un lema impreso en miles de camisetas y una filosofía de vida que lleva siempre por bandera: «Los animales no tienen abogados». Ha enfrentado situaciones muy difíciles por ellos.
Conocí su refugio en 2019. Tenía las mejores condiciones para todo tipo de especies a las que alimentaba cada día, teniendo que atender también a tres niños (quienes colaboraban con la limpieza y cuidado de los animales) y llevar comida cada día a su exmujer que aún estaba cumpliendo una injusta condena en una cárcel bastante lejana. Esto no es algo que me hayan contado, lo viví en mi viaje a Tailandia para dar una conferencia a personas con adicciones en un centro de rehabilitación. Aproveché para conocer su refugio y planear el deseo de Frank de cumplir el sueño de llevar a la selva a chavales con alguna discapacidad.
Pude bañarme con nutrias que, al ser criadas por alguien como Frank, eran totalmente inofensivas, y tener todo tipo de bichos en mis manos. Hay documento gráfico de todo esto en mis redes sociales, las publiqué en pleno confinamiento.
Sé que Frank se ha sentido más seguro y acompañado con animales que con personas, de las que dice, y ahora tristemente lo está confirmando, que no siempre son confiables.
No sé quién ni por qué odia tanto a Frank Cuesta pero no creo que merezca el acoso y derribo que está recibiendo. Menos aún sus tres hijos, criados con una buena educación y grandes valores humanos, cualquiera que los conozca puede comprobarlo.
Ánimo a los cuatro, estamos con vosotros.