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Estados Unidos
Estados Unidos afronta un nuevo cierre gubernamental tras no haber llegado senadores republicanos y demócratas a un acuerdo a las 00:01 horas (06:01 en horario español peninsular) sobre la financiación federal. La Casa Blanca ha enviado en las últimas horas una circular a las agencias gubernamentales ordenándoles "implementar sus planes para un cierre ordenado" para la aprobación de la ley que establece el correspondiente plan presupuestario, conocida legalmente como H.R. 5371.
Cada año, el Gobierno de EE. UU. necesita que el Congreso apruebe los llamados “proyectos de apropiaciones” para financiar las agencias federales y sus operaciones durante el año fiscal. Si esas leyes no se aprueban antes del 30 de septiembre, las partidas presupuestarias expiran y el Gobierno entra en lo que se conoce como cierre (shutdown).
En la noche estadounidense del pasado martes, republicanos y demócratas no lograron ponerse de acuerdo en un proyecto de financiación temporal para extender las operaciones hasta que se negocie el presupuesto completo. Un plan alternativo del ala republicana no consiguió los votos suficientes en el Senado (requería 60 apoyos y obtuvo 55), y la propuesta demócrata tampoco logró apoyos suficientes.
Como medida preventiva, la Casa Blanca mandó a las agencias federales iniciar planes para un “cierre ordenado”, instruyendo a departamentos a identificar funciones que pueden continuar frente a la falta de fondos.
Un cierre no implica que todo se detenga, pero sí que los servicios considerados “no esenciales” sean temporalmente suspendidos o funcionen con personal mínimo.
Además, el impacto económico se refleja en la paralización temporal de pagos federales: se estima que el cierre podría detener alrededor de 400 millones de dólares diarios en nóminas estatales y federales.
No hay fecha fija: la duración dependerá de que el Congreso apruebe una nueva ley de financiación o una prórroga temporal. El cierre que duró más como referencia fue de 35 días bajo el gobierno de Donald Trump en 2018-2019. Experiencias pasadas muestran que eventos imprevistos, como bajas médicas en controladores aéreos, pueden desencadenar caos en transporte y presión política para desbloquear el cierre.
Para poner fin al cierre, ambas cámaras del Congreso deben aprobar una medida de financiación, que el presidente debe firmar. Alternativamente, pueden negociar cláusulas adicionales como extensión de subsidios médicos, ajustes en Medicaid o compromisos políticos para destrabar el bloqueo.
Para la ciudadanía, el cierre implica incertidumbre: demoras en trámites federales, interrupciones en algunos servicios locales que dependen de fondos federales, posibles retrasos en pagos federales o subvenciones, y un ambiente de inestabilidad política y económica. Sin embargo, muchos servicios cotidianos (estado y local) seguirán operando con normalidad mientras no dependan de financiamiento federal directo.
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