El trípode del domingo

Hermanamiento guadalupano de España y México

El pasado domingo 3 de septiembre tuvo lugar en la Basílica de Guadalupe de México, la celebración de una solemne misa concelebrada por el Cardenal Arzobispo y Primado de México

El pasado domingo 3 de septiembre tuvo lugar en la Basílica de Guadalupe de México, la celebración de una solemne misa concelebrada por el Cardenal Arzobispo y Primado de México, Carlos Aguiar, y el Arzobispo de Toledo y Primado de España, Francisco Cerro, a quienes acompañaban numerosos obispos de diócesis vecinas. Esa ceremonia fue momento culminante de un acontecimiento religioso y que trasciende a lo histórico, que comenzó en España el pasado 13 de febrero. Ese día ambos prelados firmaban el documento de hermanamiento entre las basílicas de la Virgen de Guadalupe de España y la de México. Fue en el Santuario extremeño de la Virgen y Reina de la Hispanidad, construido en homenaje a la imagen milagrosamente aparecida a orillas del río Guadalupe en el siglo XIII. Tras la firma, el Cardenal Primado de México regaló al santuario extremeño una réplica auténtica de la tilma de san Juan Diego en la que, como sabemos, quedó milagrosamente impresa la imagen de la Virgen María el 12 de diciembre de 1531. Aquel histórico suceso se produjo en la sede episcopal de la capital mexicana, a cuyo frente estaba por entonces el obispo español Juan de Zumárraga, ante quien la Virgen había encargado que se presentara Juan Diego portándole flores recogidas en pleno invierno en la cima del Tepeyac.

Este grandioso milagro fue un auténtico parteaguas en el desarrollo de la titánica misión de evangelizar aquel inmenso continente que acababa de ser «descubierto» el 12 de octubre de 1492. Esta imagen mestiza de la Virgen se convertirá en advocación de María como Emperatriz de América y supondrá el desencadenante del mestizaje actual, surgido de la fusión de los españoles y los aztecas. De la trascendencia de aquel hecho basta recordar que más del 40% de los católicos del mundo rezan en español, como ya dijera san Juan Pablo II en la celebración del V Centenario. Ahora, el hermanamiento de ambos santuarios tiene como fin «promover y divulgar el amor a la Beatísima siempre Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, invocada en México y en España con este nombre singular: Guadalupe». Precisamente para fomentar el conocimiento entre mexicanos y españoles de ambas apariciones, acordaron celebrar en la Basílica del Tepeyac la fiesta litúrgica de la Virgen de Guadalupe de Extremadura el 6 de septiembre, y celebrar la fiesta de la Virgen de Guadalupe de México el 12 de diciembre en el santuario extremeño. El Primado de España regaló a su homónimo de México una pintura al óleo de la patrona de Extremadura para ser venerada en la Basílica del Tepeyac.