El trípode del domingo

«Historia de un alma»

Es la santa de la doctrina conocida como la «infancia espiritual», de la que fue instrumento elegido por la Providencia para darla a conocer a la Iglesia y al mundo.

Hoy es la fiesta de santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, carmelita descalza, conocida como «santa Teresita». Una muy joven y gran santa, por la que multitud de fieles católicos de los cinco continentes –también de otras religiones– sienten una gran devoción acompañada de un particular cariño y confianza.

Es la santa de la doctrina conocida como la «infancia espiritual», de la que fue instrumento elegido por la Providencia para darla a conocer a la Iglesia y al mundo. Precisamente por esa contribución, en agosto de 1997, centenario de su partida al cielo, durante la JMJ de París, el Papa san Juan Pablo II la proclamó Doctora de la Iglesia, siendo la tercera mujer –tras santa Teresa de Jesús y santa Catalina de Siena– en recibir ese tan singular reconocimiento por su destacada aportación a la misión evangelizadora y labor doctrinal de la Iglesia.

Todo ello da una idea de quién es esta tan singular y joven santa que, incluso antes de ser canonizada, fue proclamada por el Papa san Pío X como «la santa más grande de los tiempos modernos». Además, sin salir de la celda de su carmelo de Lisieux en Francia, fue declarada copatrona de las misiones universales junto a san Francisco Javier.

Sus padres, Luis Martin y Celia Guérin, fueron beatificados juntos en la Basílica de Lisieux en 2008 durante el pontificado de Benedicto XVI, y canonizados en Roma el 18 de octubre de 2015 por Francisco, siendo el primer matrimonio en alcanzar conjuntamente la gloria de los altares. También sus cuatro hermanas fueron religiosas, tres de ellas carmelitas y una visitandina, que ya tiene incoado su proceso de beatificación.

La priora del Carmelo de Teresita y hermana de sangre suya le obligó por «obediencia debida» para superar su humildad a escribir su biografía, conocedora de tantas gracias y prodigios como adornaban su alma. Tras su fallecimiento el 30 de septiembre de 1897, la enviará a otros carmelos como su «carta de edificación» –equivalente a la necrológica en el ámbito civil–siguiendo la práctica teresiana carmelitana. Es la «Historia de un alma», obra espiritual que provocará un auténtico «diluvio de rosas» en forma de multitud de gracias y favores, y comenzará a difundirse, dando a conocer la vida y espiritualidad de aquella joven carmelita que había vivido desde los quince años oculta y enclaustrada en una celda de su convento de Lisieux.

«Santa Teresita» es tan querida, que es habitual encontrar templos o capillas dedicados a ella, presididos por su imagen, en la práctica totalidad de ciudades del mundo.