Opinión
La Historia de España y el SCJ
El novicio jesuita hoy beato Bernardo de Hoyos tuvo una revelación del Sagrado Corazón de Jesús (SCJ) que ha pasado a la historia como «La Gran Promesa»
El 14 de mayo de 1733 un joven vallisoletano de 20 años de edad, el novicio jesuita hoy beato Bernardo de Hoyos, tuvo una revelación del Sagrado Corazón de Jesús (SCJ) que ha pasado a la historia como «La Gran Promesa», proclamada en lo que ahora es la pucelana Basílica Santuario Nacional del mismo nombre. Consistió esta revelación en la promesa del SCJ de que «reinaría en España y con más veneración que en otras partes», convirtiendo a Bernardo de Hoyos en el primer apóstol de dicha devoción en la España de entonces, que incluía a la actual además de Hispanoamérica y Filipinas.
Es muy relevante que aquella España integre hoy prácticamente a la mitad de los fieles de la Iglesia Católica en el mundo, y que esa Promesa se haya visto confirmada por hechos históricos sucedidos posteriormente. El mismo sumo pontífice san Juan XXIII se haría eco de ella el 21 de octubre de 1961, con ocasión del mensaje radiofónico pronunciado en la inauguración del alumbrado exterior del Templo del Tibidabo dedicado al SCJ, afirmando que, entre otros muchos, «este Templo Expiatorio Nacional, junto al de Valladolid y el del Cerro de los Ángeles de Getafe, constituían una muestra clara del cumplimiento por el SCJ de la Promesa de su reinado en España».
Recordemos además que el Tibidabo se dedicó al SCJ por voluntad expresa de san Juan Bosco. Recibió la inspiración el fundador de los salesianos en 1886 tras un «revelador» viaje en tren desde Turín para recibir en Barcelona la escritura de propiedad de aquel terreno donado por una Junta de católicos de Barcelona, que lo había adquirido para impedir que se construyera allí un casino de juego y un templo protestante, que hubieran dominado la Ciudad Condal desde lo alto del monte.
Un hecho también relevante acerca del cumplimiento de la Promesa es que a fecha de hoy son 15 las naciones consagradas al SCJ por sus correspondientes poderes políticos, y que 13 de ellas forman parte de la España de 1733 a la que se refiere la Gran Promesa. La primera fue la República del Ecuador en 1875, consagrada por su Presidente Gabriel García Moreno, que pagaría con su vida dicha decisión así, como el Arzobispo de Quito, vilmente envenenado después. Ambos en significativos viernes –1º viernes de agosto, y Viernes Santo respectivamente– tan relacionadas con la devoción corazonista de los Nueve Primeros Viernes De Mes.
Alfonso XIII consagrará España en el Cerro de los Ángeles en 1919, siendo el tercer país en hacerlo. No pagará dicha histórica decisión con la vida, pero sí con el Trono.
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