Opinión

Ante la inmigración: solidaridad y exigencia

Llama la atención que la situación en Francia no esté presente en la gira mediática de Sánchez

Llama la atención que la situación en Francia no esté presente en la gira mediática de Sánchez, ni que de momento ocupe un lugar destacado en la campaña electoral de los demás candidatos, siendo así que es nuestro vecino, pilar básico de la UE junto a Alemania, y que en este semestre de presidencia europea por parte de España, debería ser objeto de nuestro especial seguimiento.

Como manifiesta la situación, la política migratoria es de extraordinaria importancia para el futuro de Europa a medio y largo plazo. Por ello es prioritario tener un debate profundo y riguroso acerca de lo que está ocurriendo, con la exigencia de afrontar la dramática realidad de que estamos promoviendo una política migratoria insolidaria e irresponsable para unos y otros. Insolidaria, porque debería partir de una auténtica «cooperación en origen» con los países de los que esa inmigración procede mayoritariamente y que, por su limitado nivel de desarrollo, precisan de esa ayuda para poder explotar sus recursos naturales y generar riqueza autóctona. Para esto es fundamental la ayuda a la educación y a la formación de la juventud, y posibilitar su desarrollo económico y social, dejando de ser lo que en algunos aspectos todavía son: reliquias de un pasado colonial en el continente de África. Además de también insolidaria por abocar a crecientes masas de naturales de esos países a caer en manos de mafias criminales que les faciliten el desplazamiento, aún a riesgo de perder sus vidas en el Mediterráneo, es irresponsable para nuestro futuro colectivo como pueblo. Ante la grave caída de la natalidad en la UE, que apenas alcanza la tasa de reposición generacional de la población, esa política se alimenta para captar mano de obra –y muy barata– necesaria para sostener nuestro tejido productivo. Por ello es una política insolidaria y egoísta, así como imprudente por suicida, con una población en gran medida de procedencia de países de otra cultura y religión, sin voluntad o capacidad de integración en los países de «acogida».

Lo que estamos viendo en Francia puede suceder en España y en otros países en pocos años si no se actúa con el rigor exigible. Es cierto que la migratoria es una política común europea, dada la libertad de circulación y eliminación de fronteras en el espacio interior Schengen, pero España por su situación geográfica está especialmente legitimada para trabajar por una nueva política. La inmigración hispanoamericana –con el debido control de las mafias del narcotráfico y de las bandas «latinas»– es un factor diferencial para España, que atenúa –pero no elimina– el «contagio» francés.