Sin Perdón

Junqueras visita sus posesiones

Hay que incluir un nuevo artículo en la Constitución: "Será constitucional cualquier norma que quiera Sánchez"

Los arquitectos hacen visitas de obra, los médicos pasan consulta en los centros de atención primaria o en los hospitales y los amos lo hacen con sus fincas. Es lo que sucedió este martes cuando Junqueras decidió acudir al Congreso para visitar una de sus últimas posesiones. Lo correcto es que le hubiera esperado la presidenta pancatalanista de la Cámara, Francina Armengol, y que ordenara que le abrieran la Puerta de los Leones. Es lo menos que se merece el líder de ERC. Cuando era joven escuchaba en mi tierra la frase de «qui paga, mana», a la que se puede añadir «més clar, l’aigua». Es lo que hay, aunque en este caso quien manda es el que cobra porque es un pago en diferido. Este martes tocaban los idiomas cooficiales con Sémper ejerciendo de Sémper. Me ha tranquilizado saber que habla euskera, aunque no entendí nada. Espero que no fuera una broma para hacerse el ingenioso y se inventara su soflama, aunque aprovechó para traducirse a sí mismo. Es un joven culto que tiene facilidad para los idiomas.

Me gustó escuchar en vasco a la blanqueada portavoz del aparato político y militar de ETA. El mejor fue Albares en Bruselas anunciando que el Gobierno priorizaba el catalán en la UE por delante del vasco confirmando que los del PNV son los más tontos del lugar. Es una consecuencia de ser los sumisos aliados de Sánchez.

Junqueras aprovechó su visita para confirmar que la amnistía está acordada y aclaró que no renuncia a la unilateralidad. Por ello, creo que Sánchez debería explorar una amnistía que incluyera los futuros delitos. Es otro despropósito jurídico, pero sería más cómodo. La lavadora de Conde-Pumpido blanquearía la ley sin despeinarse. Hay que incluir un nuevo artículo en la Constitución, sin necesidad de reformarla, que diga que será «constitucional en España cualquier norma que quiera Sánchez». Es bueno ser obedientes ante las medidas ejecutivas o políticas que tienen que ser aplicadas en forma de ley sin importar su constitucionalidad. Por supuesto, la separación de poderes es una antigualla y la democracia parlamentaria es un mero instrumento al servicio de la voluntad presidencial.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)