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Y volvieron cantando

Lawfare y barro electoral

La reacción furibunda contra el Tribunal Supremo tras la condena al ya dimitido fiscal general García Ortiz, ha sido una muy meditada operación tal vez de consecuencias demoledoras en nuestra democracia

Pues va a resultar que, atendiendo a algunos sueños húmedos, el CIS de Tezanos acabará premiando las expectativas electorales socialistas, una vez se conozcan tras la del fiscal general otras sentencias como las que afectarán al hermano o a la esposa del presidente del Gobierno. Si son absolutorias con un «quién va a pedir perdón» y paseando a los mártires de mitin en mitin, si son condenatorias movilizando como estamos viendo a la parroquia –con escaso éxito movilizador, dicho sea de paso– contra el «lawfare». Definitivamente, el núcleo duro entre los «creadores de argumentarios» a disposición de Pedro Sánchez en La Moncloa ha encontrado su particular manera de dar la vuelta al acorralamiento judicial que se cierne sobre el PSOE y sobre el entorno del presidente afectando a personas que fueron de su máxima y estrecha confianza. La fórmula no deja de ser inmensamente peligrosa por corrosiva para el Estado de derecho, pero probablemente efectiva –y esto es lo más ruin de la estrategia– para movilizar a una feligresía de la izquierda en general y a las bases socialistas en particular –de demostradas tragaderas– contra lo que se ofrece como un frontal ataque trufado de ínfulas involucionistas por parte de tribunales entregados a la extrema derecha contra un gobierno progresista elegido en las urnas (otra vez el «vale todo» de la matemática parlamentaria como mantra del más rancio populismo para justificar el desprecio a la división de poderes).

La reacción furibunda contra el Tribunal Supremo tras la condena al ya dimitido fiscal general García Ortiz, ha sido una muy meditada operación tal vez de consecuencias demoledoras en nuestra democracia para deslegitimar el papel de la justicia y situarla como el nuevo enemigo a batir, de la misma manera que en su momento y en pleno frenesí movilizador de esa feligresía se demonizó a todo lo relacionado con lo judío en una torticera defensa de la causa palestina. La estrategia es tan clara e inquietante como que los mismos magistrados «reaccionarios» del Supremo que han condenado a García Ortiz serán equiparables en su maquiavelismo antiprogresista a los jueces que en un momento dado pudieran condenar a otras personas cercanas a Sánchez todavía a la espera de juicio. Puestos a dar la vuelta a las encuestas, bien aprovechables serán futuras sentencias salgan como salgan. Peligrosa guerra total a la justicia.