
Escrito en la pared
Lío de pelotaris
Por no hablar de los bildutarras, que cada vez son más palestinos –como la alcaldesa de Bermeo– y ya alertan a sus seguidores en cuanto al reconocimiento como propios de los nombres árabes
En Guernica la afición a la pelota, la cesta punta sobre todo, viene de lejos. En su viejo frontón, situado muy cerca de la estación del ferrocarril, se celebraban competiciones –y apuestas– hasta que un 26 de abril de 1937 la Legión Cóndor, secundada por la Aviación Legionaria italiana, lo borró de la geografía urbana tras el bombardeo que destruyó una gran parte de la villa. Cuando yo era niño todavía quedaba alguna pared de aquel edificio en pie, aunque Regiones Devastadas nunca se planteó su reconstrucción. Ésta vino en 1963, tras una suscripción popular, con la inauguración del nuevo Jai Alai, esta vez ubicado en el Paseo de los Tilos, camino de Pedernales –donde está enterrado Sabino Arana– y Bermeo. Aún recuerdo el orgullo con el que los guerniqueses contemplábamos aquella moderna construcción cuya cancha es la más grande de Europa. Los adolescentes como yo solíamos ir por las mañanas a ver los entrenamientos de unos pelotaris que, en su periplo internacional, con paradas en Miami, México y Manila, recalaban en Guernica durante el verano.
Ahora se va a celebrar allí una «Liga de Naciones», cuyo carácter extraoficial ha resaltado la Federación Española, pero que discute la Vasca, deseosa de mostrar a una selección de Euskadi, con su nueva equipación ornada con el escudo de Euskal Herria, compitiendo con la de España. Pero hete aquí que unos cuantos pelotaris del lugar han preferido alistarse en esta última, lo que ha levantado la controversia y también las presiones hacia ellos para que se asocien a aquella. Ya se sabe, para los mandamases de lo vasco hay que ser siempre biznieto o tataranieto espiritual de aquel cuyos huesos descansan en Pedernales. Algo que, por cierto, entiendo cada vez menos porque hasta en el PNV los «jeltzales» están dirigidos por gente que no tiene ningún apellido euskaldún –¡ay si Sabino viviría!–. Por no hablar de los bildutarras, que cada vez son más palestinos –como la alcaldesa de Bermeo– y ya alertan a sus seguidores en cuanto al reconocimiento como propios de los nombres árabes. Así que en esas estamos: unos vascos que quieren ser españoles y otros que sólo se reconocen en Euskal Herria. Y no es sólo un lío de pelotaris.
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