Opinión
La llaman Comisión Internacional de Verificación
Los “facilitadores” de Henri Dunant son financiados por la tenebrosa Open Society de Soros
Intentan vestir el encuentro de Suiza como una reunión menor, sin importancia, entre dos partidos que sondean puntos de convergencia. Esa es la versión del sanchismo. Algo sin relevancia de lo que no merece la pena informar. La realidad es bien distinta, y se acerca más a lo que cuenta Junts. No se van a ver para tomar café y hablar del tiempo meteorológico, sino que es la primera cita oficial de la “Comisión Internacional de Verificación” para resolver el conflicto político entre el Estado y Cataluña. Que así es como la llaman, según Junts. A un lado, el partido que gobierna España. Al otro, el ex president de la Generalitat y su equipo. El tema estelar, el referéndum. El idioma, el castellano, aunque las Actas serán traducidas al catalán y el inglés. En medio, los “facilitadores” de Henri Dunant para el Diálogo Humanitario, una ONG especializada en conflictos internacionales, financiada y supervisada por el magnate George Soros a través de su tenebrosa Open Society. Sus miembros tienen contactos frecuentes con Otegi, ERC, Junts y la CUP. Y fue determinante en las conversaciones políticas que, al máximo nivel, celebró el Gobierno español con ETA tanto en Ginebra, primero, como en Noruega, después. La última, en Oslo con representantes de la banda, por un lado, y del Ejecutivo de Zapatero, por otro. Se ha vendido que aquellos encuentros fueron los que acabaron con ETA. No es verdad. La banda ya había sido derrotada gracias al esfuerzo conjunto de las Fuerzas de Seguridad y la Justicia, tanto de España como Francia. Manuel Sánchez Corbi, ex jefe de la Central Operativa de la Guardia Civil y víctima Marlaska, sabe todo al respecto. ETA declaró la tregua unilateral porque habían sido aniquilados sus comandos, desmantelada su infraestructura y encarcelados sus cabecillas y pistoleros. Las conversaciones de Oslo, con diferentes verificadores de Henri Dunant, solo sirvieron para blanquearla, crear el órgano común entre Navarra y Euskadi que reclamaba la banda, legalizar a Batasuna como Sortu primero y Bildu después, demoler la doctrina Parot, paralizar el acoso a la estructura financiera de los comandos y dejar de detener etarras.
Dicen los círculos sanchistas que lo que hace el ahora presidente con Puigdemont (amnistiarle a cambio de su voto), ya lo hicieron el PP y Rajoy. Tampoco es cierto. Lo de Sánchez es inédito. No hay precedente. El PP no siguió negociando políticamente con ETA tras la salida de Zapatero. Al llegar Rajoy a la Moncloa le llamaron del Gobierno noruego preguntando por la fecha de la nueva reunión con los tres etarras a los que estaban dando cobijo a petición del Ejecutivo socialista. Se trataba de Josu Ternera, David Pla (el último jefe de la banda) e Iratxe Sorzábal, perseguidos por la Justicia en España, pero amparados por la diplomacia nórdica a petición de nuestro gobierno. La respuesta de Rajoy fue que no tenían conocimiento del asunto, que no iban a asistir a ninguna reunión política con ETA y que no reconocían legitimidad alguna a aquella Comisión Internacional de Verificación. En febrero de 2013, los tres etarras fueron expulsados de Noruega, tras ocho meses de amparo a petición de la parte española. Lo cuenta Rajoy en su libro: “Ni pactamos, ni dialogamos, ni nos reunimos ni nos tomamos la temperatura ni ningún otro tipo de eufemismo equivalente (…) nunca dejamos de perseguir a los terroristas, hasta el punto de que la cúpula de ETA fue desarticulada en dos ocasiones, y en 2016 localizado en Francia su mayor arsenal”.
De modo que Rajoy no hizo lo que Sánchez. Aznar si negoció con ETA, pero tras comunicarlo al Parlamento. El ahora presidente lo está haciendo de espalda a las instituciones democráticas, como parte del precio que tiene que pagar por haber salido reelegido a cambio del voto ignominioso de Puigdemont. No por la convivencia sino por su interés personal. Con opacidad, arbitrariedad, secretismo y en el extranjero, a través de una fundación que recibe cientos de millones de euros en subvenciones de la Open Society de Soros. Qué curioso, Soros. El personaje a quien recibió Sánchez en Moncloa antes que a nadie. ¿Qué se traen entre manos Sánchez y Soros?. Soros también fue el mayor financiador de Diplocat, la agencia para-diplomática del independentismo, así como de otras entidades separatistas. Se habla mucho de la larga mano de Putin en Cataluña y poco de la de Soros, que es quien tiene la mano más extensa, de verdad. Su objetivo declarado es convertir los Estados tradicionales en multi-estados pequeños, como ocurrió con Yugoslavia. Todo a cuenta del Nuevo Orden Mundial y del Gobierno Mundial. Si los estados son pequeños, mejor para dirigirlos y controlarlos que si son mega-estados. A eso juega Soros, con la aquiescencia de nuestro Sánchez.
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