El bisturí
Los maleducados ministros de Podemos
A los derechos inherentes a haber sido ministros en esta monarquía parlamentaria que tanto les disgusta no renunciarán. A eso sí que no
Además de acreditar una incompetencia incuestionable, Ione Belarra, Irene Montero y Alberto Garzón son tres maleducados de tomo y lomo. Mientras miles de españoles y españolas se las ven y se las desean para llegar a fin de mes, masacrados a impuestos y golpeados por pandemias, ERES y subidas disparatadas de precios, ellos han vivido poco más o menos a la sopa boba en sus poltronas, formando parte de la casta a la que de forma tan demagógica como torticera aseguraban denostar. Ninguno ha dado una en sus cargos ni a derechas, ni a izquierdas, consiguiendo sonrojar con su inoperancia no sólo a la oposición, sino también a otros ministros del Gobierno, mucho más preparados y, desde luego, más duchos, en el siempre difícil arte de gobernar. Aparte de una ley del bienestar animal que no ha hecho más que sembrar confusión y dejar desprotegidas a algunas especies, poco más se puede decir de la estancia en el Ejecutivo de la actual secretaria general de Podemos y titular de la cartera de Derechos Sociales y Agenda 2030, siempre malencarada y siempre vociferante, como si fuera la niña del exorcista.
De Montero, resulta imposible decir nada que no se sepa ya. Defender a capa y espada una ley que ha rebajado la condena de centenares de violadores y dejado en libertad a muchos de ellos lo dice todo sobre esta indocumentada que a punto estuvo de hacerle perder el poder al que la ha mantenido en el cargo: Pedro Sánchez. De su fracaso en la lucha contra la violencia de género, mejor no hablar.
Por su parte, Garzón tampoco pasará a la historia por sus grandes gestas ni por su estajanovismo. Baste recordar algo no muy sabido. Para darle Consumo, departamento en el que prácticamente no ha hecho nada, el Ministerio de Sanidad tuvo que perder funcionarios y efectivos que hubieran sido muy valiosos para luchar contra la Covid-19. El pago por su apoyo nos salió caro.
Como no podía ser de otra forma, la historia política de los tres se acerca afortunadamente a su final. Yolanda Díaz, creadora de Sumar y mucho más lista, cree, con razón, que todos ellos restan, y está aprovechando la debacle electoral que sufrieron en las generales para echarles a un lado definitivamente y poner fin a su travesía del desierto. No contentos con el pésimo bagaje de su gestión, y desplazados por la misma ultraizquierda a la que decían representar, los tres personajes todavía se permiten el lujo de ningunear a las instituciones que tan generosamente han retribuido sus errores y su inoperancia. Siendo aún ministros, Garzón, Montero y Belarra se permitieron incluso el lujo de no acudir al solemne juramento de la Constitución por parte de la princesa Leonor con el argumento peregrino de que no quieren contribuir «a un acto de exaltación de los valores monárquicos». La ausencia la certificó esta última, asegurando que el acto sólo busca «blindar durante décadas una monarquía que nadie eligió». Baste decir que la ausencia de Podemos se sumó a la de los diputados de ERC, Junts, PNV, Eh Bildu y BNG, lo mejor de cada casa. Sánchez y Yolanda Díaz, que sí tuvo la educación de ir, ya cuentan las horas para librarse de ellos. A los derechos inherentes a haber sido ministros en esta monarquía parlamentaria que tanto les disgusta no renunciarán. A eso sí que no. Son maleducados pero no tontos.
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