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Las correcciones

No mates al mensajero, Europa vigila

Justo esta semana el holandés Mark Rutte ha logrado el apoyo de Turquía para ser secretario general de la OTAN

El retiro ficticio de cinco días del presidente del Gobierno era en realidad el mayor acto de campaña del Partido Socialista en las elecciones catalanas, que, a juzgar por las encuestas, le ha dado buenos resultados. Salvador Illa, su candidato, ha subido cuatro escaños después de que el presidente del Gobierno amagase con su dimisión. Todo sin salir de la Moncloa. Una jugada maestra, dirán algunos. Otra más del presidente que ha puesto en marcha la misma estrategia que utilizó durante las generales (esta vez con un plus de dramatismo): cuidado que viene la ultraderecha. Entendiendo como ultraderecha todo lo que esté en su contra. Un discurso tan binario como casposo. El 23 de julio, Sánchez no ganó, pero retuvo el Gobierno. Veremos qué pasa en las elecciones catalanas el próximo domingo 12 de mayo.

La jugada, sin embargo, no ha sido tan bien vista en el extranjero. No sólo por el bochorno que causó en Europa la suspensión de la agenda pública del presidente del Gobierno durante cinco días, sino por su discurso posterior, propio de otras latitudes. El ataque de Sánchez a los medios y a los jueces provocó más de un sarpullido y no es para menos. «Pedro Sánchez amenaza con poner coto a los medios de comunicación en medio de las acusaciones de corrupción contra su mujer». Este fue el titular «The Times» tras la comparecencia televisada del presidente del Gobierno sin periodistas y, por lo tanto, sin preguntas. La prensa internacional no duda en vincular este intento del presidente del Gobierno de controlar a los medios con la investigación a su mujer. «Pedro Sánchez busca acabar con la ‘‘máquina del fango’’ de la derecha en medio de una investigación penal sobre las finanzas de Begoña Gómez», añadía la cabecera británica, que exponía la relación de Gómez con Air Europa y el rescate de 475 millones que recibió la aerolínea durante la pandemia.

Menos ha gustado el ataque al poder judicial. Este tipo de discursos se perciben como muy peligrosos pues contribuyen al descrédito de las instituciones públicas y provocan el desánimo de los electores que terminan por escuchar a los partidos más extremistas que prometen un nuevo amanecer bajo una tabla rasa.

Tampoco ha servido para potenciar la imagen de Pedro Sánchez en el exterior. Esa que tanto se ha preocupado por cultivar, pero que ha quedado ensombrecida aunque los palmeros del presidente griten lo contrario. Tras la performance en la que no faltó detalles como la visita al Rey Felipe VI (no había otra razón para visitar al jefe del Estado sino era para presentarle su dimisión) es muy complicado que pueda alargar su carrera política en el extranjero. El show de Sánchez ha coincidido con el apoyo de Turquía al primer ministro holandés, Mark Rutte, para ocupar la secretaria de la OTAN en sustitución a Jens Stoltenberg. Puesto al que se postuló nuestro presidente. Rutte, sin embargo, está al otro lado del espectro político de Sánchez. No solo porque es miembro del Partido Popular Europeo al que Sánchez llama ultraderecha sino por su actitud. Conocido como "Mister Teflon", suele moverse en bici y ha compaginado la política con las clases en un instituto de Ámsterdam. Todo para no perder el contacto con la calle. Un sentido de la realidad que perdió Sánchez hace tiempo.

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