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Mentiras
Han destapado un lío de (más) mentiras, envidias, presuntos tocamientos y traiciones, en la Bruselas de los «expats» indepes, que tiene catatónicos a quienes todavía no han hecho las maletas y salido por piernas
Recordemos. Puigdemont visitó Barcelona el verano pasado. Se hizo un Wally: tres mil cabezas de zorro plateado Independence Day, hartas de estar cara al sol aplaudiendo el milagro indepe, se miraron contritas desde detrás de una máscara que reproducía el retrato del ídolo procesionario (por el procés y sus procesiones). ¿Pero dónde estaba Él? Quizás no sabían que llevaban esa careta, y sombrero de paja, para facilitar la huida del líder eucarístico, para servir de decoración en un juego de encontrar objetos ocultos. Un «Find It», un acertijo de búsqueda del tesoro. Formaban parte de un juego de despiste al «malvado Estado español». Probablemente, muchos de quienes sirvieron de camuflaje al Líder Supremo estén afectados por esas multas que el antedicho denomina «represió». Ellos, que pensaban darle un abrazo al superhombre, lo perdieron de vista en un segundo. Tenían la ilusión de poder rozarse con el escurridizo ídolo, recoger unas gotas de su carísimo sudor mártir para hacerse un escapulario, darle recuerdos para Sánchez… Pero no pudo ser. El semidiós, pese a ser más famoso que el pastelero de Madrigal, se desvaneció entre la multitud. Al final, todos desaparecen cuando la cosa se pone de color gónada de hormiga. Sánchez, Puigdemont, las vicetodas palmeras, los ministros del ramo, las del ramito de rosas… Pero hoy, las elecciones al fantástico invento puigdemonita «Consell de la República» lo traen de regreso, como jefe de la put*** España que es, pues han destapado un lío de (más) mentiras, envidias, presuntos tocamientos y traiciones, en la Bruselas de los «expats» indepes, que tiene catatónicos a quienes todavía no han hecho las maletas y salido por piernas, como Él, de estos recortes de España que es todo lo que nos van dejando. Irse, sí. Por tanto embuste institucionalizado, corrupción y bajeza reinantes, porque en España rige la mentira. Claro que, como diría Rüdiger Safranski, ¿cuánta verdad necesita el hombre (indepe)? (¡Incluso la mujer!). Así que…, ¡no se queje usted, señora españolaza! Y siga pagando al fisco. Que el gobierno tiene muchos gastos.