Eleuteria

Milei en Davos

Comenzó su discurso advirtiendo de que el mundo se estaba alejando de las ideas de la libertad que lo hicieron florecer en un comienzo para acercarse peligrosamente al socialismo

El Foro Económico Mundial se Davos constituye un encuentro anual de las élites político-empresariales globales: es decir, de aquellas personalidades que ejercen un mayor control sobre nuestras vidas a través de los Estados. Y aunque muchas veces suele identificarse a tales élites con el neoliberalismo radical, en realidad se hallan mucho más cerca de lo que podríamos llamar crony capitalism, es decir, el capitalismo mercantilista: el matrimonio de conveniencia entre políticos y empresarios prebendistas que estrangula la libertad de mercado en parasitario beneficio propio. Por eso fue tan importante que ayer Javier Milei, como nuevo presidente de Argentina, les cantara las cuarenta a esas élites globales. Primero, Milei comenzó su discurso advirtiendo de que el mundo se estaba alejando de las ideas de la libertad que lo hicieron florecer en un comienzo para acercarse peligrosamente al socialismo (en realidad, estatismo): «Hoy estoy acá para decirles que Occidente está en peligro. Está en peligro porque aquellos que supuestamente deben defender los valores de Occidente se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza». ¿Cuál es esa visión del mundo que lo está arrastrando hacia el estatismo? Un colectivismo anticapitalista y antimercado que, en aras de la justicia social, está dispuesto a sacrificar la libertad y la propiedad de los ciudadanos. Pero precisamente por ello la justicia social ni es justicia ni es social: es injusta porque cercena los derechos individuales y es antisocial porque genera pobreza: «La justicia social no sólo no es justa sino que tampoco aporta al bienestar general. Muy al contrario: es una idea intrínsecamente injusta, porque es violenta. Es injusta porque el Estado se financia a través de impuestos y los impuestos se cobran de manera coactiva». Según Milei, las ideas colectivistas y antiliberales consagradas en la injusticia antisocial han conseguido convertirse en hegemónicas en Occidente (cuando no lo eran) debido al control de los medios de comunicación, de la academia y también de los organismos internacionales como el propio Foro Económico Mundial: «Los neo-marxistas han sabido cooptar el sentido común de Occidente». Lograron esto gracias a la apropiación de los medios, de la cultura, de las universidades y, sí, también de los organismos internacionales. Este último caso es el más grave tal vez, porque se trata de instituciones que tienen enorme influencia en las decisiones políticas y económicas de los países que integran esos organismos multilaterales. Por eso, dice Milei, hay que seguir librando la batalla de las ideas: «Por suerte, somos cada vez más los que nos atrevemos a levantar la voz. Porque vemos que si no combatimos frontalmente estas ideas, el único destino posible es que cada vez vamos a tener más Estado, más regulación, más socialismo, más pobreza, menos libertad». Ojalá el liberalismo tenga cada vez más soldados.