Al portador

Mujer contra mujer, las dos comunistas

«En lucha fratricida por los votos más radicales, comparten ideología, pero eluden su nombre por su desprestigio»

José María Cano (Mecano) compuso en 1986 «Mujer contra mujer», que empezaba «Nada tiene de especial/Dos mujeres que se dan la mano». Cantada por Ana Torroja fue un éxito desde su lanzamiento en 1988, dos años después, por los reparos –sí, reparos– de la discográfica por su contenido lésbico. Yolanda Díaz, que tenía entonces 17 años y ya debía de ser comunista por herencia familiar, sin duda bailó y cantó aquella canción. Ione Belarra, nacida en 1987, apenas tenía un año, pero es probable que en casa de sus padres se escuchara el tema. Casi 35 años después, la impulsora de Sumar y el mascarón de proa, por deseo de Pablo Iglesias, de Unidas Podemos, ambas comunistas, cada una a su manera, interpretan su propia versión de «mujer contra mujer». «El matiz viene después», seguía la letra de José María Cano. El matiz es que ambas buscan los mismos votos, porque tan rancio y antiguo es el comunismo de una como el de otra y coincidente hasta discrepar con el Gobierno del que forman parte de las medidas de ayudas a la compra de vivienda impulsadas por Sánchez. Díaz y Belarra también comparten su cruzada contra casi cualquier tipo de propiedad privada, sobre todo si es inmobiliaria. La jefa y todo de Sumar, «yo Yolanda», como la llama Carlos Alsina en Onda Cero, querría limitar la compra a una vivienda como inversión, mientras Belarra sueña con reinventar algo tan soviético –ahora venezolano– como los supermercados públicos estatales y contratar a 50.000 personas para que los atiendan. El que todos los experimentos similares concluyeran en desabastecimiento y precios más caros en mercados paralelos, sin duda le parece una anécdota, pero los ejemplos de los regímenes comunistas están ahí. Al mismo tiempo, Díaz y Belarra, «mujer contra mujer», mantienen una batalla fratricida –en la mejor tradición del comunismo– por el liderazgo de la izquierda más radical, desde la ocultación de cualquier apelación al comunismo, por algo tan simple como su desprestigio universal. En el intento pueden perecer las dos. Mujer contra mujer, comunista contra comunista sin piedad. «Una opina que aquello no está bien/La otra opina que qué se le va a hacer/Y lo que opinen los demás está demás», continuaba la letra, con la voz de Ana Torroja, de la canción de José María Cano.