Al portador
El pánico de los jefes indepes ante el voto de sus militantes
Puigdemont intentará, hasta el último momento, impedir el acuerdo PSC-ERC y, a pesar de su poca madera de héroe, tiene en su mano la baza de regresar a España y que, por ejemplo, le detengan los Mossos d’Esquadra, que todavía dependen de ERC
Peter Handke, austríaco, premio Nobel de Literatura y siempre polémico, escribió «El miedo del portero ante el penalti», la historia amarga de un antiguo portero de fútbol que, ya retirado del deporte, pierde su nuevo trabajo y entra en una especie de espiral autodestructiva. Los líderes «indepes» de ERC Oriol Junqueras y Marta Rovira, sobre todo, al margen de su rivalidad y sus enfrentamientos, intentan cerrar un acuerdo con los socialistas catalanes para colocar a Salvador Illa en la presidencia de la Generalitat. Exigen el oro y el moro, además de un consorcio fiscal, preámbulo de un futuro «concierto» a la vasca. Reclaman garantías a Pedro Sánchez –y le obligaron a ir el otro día a Barcelona a reunirse con Pere Aragonés– de que el Gobierno cumplirá lo que pacte, aunque en realidad tampoco les importa demasiado. Los «indepes» de ERC tienen muchas almas y todas aparecen ahora. Los líderes persiguen un acuerdo, que les permita mantener algo de poder y posición para debilitar y acorralar a su verdadero enemigo, Carles Puigdemont. Tropiezan con el problema de que ERC no deja de ser un partido asambleario y la militancia debe refrendar los acuerdos de la dirección. A las bases de ERC el que los jefes y el aparato del partido conserven algo de poder les trae sin cuidado. De ahí el temor de Junqueras, Rovira y Rufián, ente otros, a que los militantes rechacen el pacto que alcancen con los socialistas que ya está a punto de caramelo. Sánchez, porque digan lo que digan el asunto se lleva desde la Moncloa, es decir, fuera de Cataluña, permitirá que Illa prometa lo que tenga que prometer y luego, ya se verá lo que se cumple. El presidente, tocado en el ámbito internacional por el asunto de su mujer, con llamada en portada del Financial Times –quizá lo que más ha dolido–, necesita tanto o más que los «indepes» el acuerdo y que un socialista presida la Generalitat. Puede presumir de buenos datos de paro y empleo, los mejores en mucho tiempo, aunque tampoco es oro todo lo que reluce porque hay menos parados y más ocupados, pero cada vez con salarios menores y menor capacidad adquisitiva. Puigdemont intentará, hasta el último momento, impedir el acuerdo PSC-ERC y, a pesar de su poca madera de héroe, tiene en su mano la baza de regresar a España y que, por ejemplo, le detengan los Mossos d’Esquadra, que todavía dependen de ERC. Un escándalo para cualquier «indepe». Todo se junta y se confunde, pero el verdadero miedo de los líderes de ERC es ante sus propios militantes, como el del portero de Handke ante el penalti.
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