«De Bellum luce»
«Pedro, ahora toca ser moderado»
Vivimos tiempos en los que vamos tan rápido que las mentiras de hoy se difuminan antes de que llegue mañana.
Última fase de la Legislatura y llega el Pedro Sánchez más institucional. Al líder socialista le han dicho aquello de «Pedro, ahora toca ser moderado», y el despliegue ya se lo tienen listo. Están convencidos, además, de que serán capaces de hacer que la opinión pública se olvide del Sánchez de la mayoría Frankenstein. Del Sánchez que para aprobar sus últimos Presupuestos derogó la sedición y rebajó las penas por malversar dinero público porque así se lo exigían los independentistas.
La teoría de los que saben en Moncloa de cómo impactar en el pensamiento de los ciudadanos, y crear corrientes de opinión, es que en la calle somos de memoria corta, y pesa más un cheque de 200 euros, aunque no te saque de la miseria, que la bandera de España. El «patriotismo social» es el que cuenta, y para ejercerlo todavía tienen guardados varios conejos en la chistera que irán enseñando según aconsejen los tiempos electorales.
Esta teoría de que la calle no tiene memoria es la que explica el invento de la moderada pareja Sánchez-Díaz. El relato imperante de la doctrina del «sanchismo» busca borrar del imaginario popular el hecho de que Pedro y Yolanda no tienen posibilidad de ir a ninguna parte si no convencen a ERC y a Bildu, incluso a lo mejor hasta necesitan a Junts, de que entre Pablo y Yolanda deben hacer causa con la nueva lideresa de la izquierda.
Los maestros de la mercadotecnia electoral también sostienen que la mentira en campaña electoral no penaliza a los candidatos. Pierde más el que no miente porque juega en desventaja sobre el resto de competidores, y, como todo se olvida, pues manga ancha que vivimos tiempos en los que vamos tan rápido que las mentiras de hoy se difuminan antes de que llegue mañana. Escuchar a los que susurran a los mandamases de las estrategias electorales es muy instructivo sobre la opinión que les hemos hecho formarse de nosotros, de los que nos acercamos obedientemente a las urnas cada vez que se nos convoca. Y digo yo que quizás algo estamos haciendo mal si tan convencidos están de que no nos importa que nos mientan, y que casi preferimos que lo hagan a que se comporten honestamente en la batalla por el voto.
Los aliados de Sánchez creen que ésta es precisamente una de las grandes ventajas del presidente del Gobierno sobre el jefe de la oposición. Dicen que Sánchez se mueve mejor en el populismo, que «seduce» (suena mejor que engañar) con más eficacia que Feijóo. Si tienen razón en eso de que no nos importa que nos mientan, quizás deberíamos hacérnoslo mirar. ¿No?
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