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Ventanilla única

El peor contrato de la Democracia

Lo que está claro es que Pedro Sánchez hipoteca el futuro a corto plazo, lo congela a medio plazo y lo desarbola en una década

Según detallan todos los tratados económicos y rubrica la Inteligencia Artificial cuando le preguntas, los Presupuestos Generales del Estado (PGE) sirven para planificar las finanzas públicas, estableciendo la previsión de ingresos y gastos del Estado para un ejercicio, así como para desarrollar las políticas y prioridades del Gobierno en diversos ámbitos como impuestos, gasto público y objetivos estratégicos. Son una herramienta de gestión fundamental que permite asignar recursos, cumplir con los servicios públicos y servir como un documento de rendición de cuentas transparente ante la ciudadanía. Pues todo esto se lo pasa el Gobierno por el arco del triunfo, por no decir algo más feo. El presidente del Gobierno ha decidido que es más prioritario atrincherarse en la Moncloa, aducir que la senda política progresista debe continuar, blindarse ante la Justicia por lo que pudiera llegar –que no tiene buena pinta, ni para él ni para su entorno familiar– y, de paso, impedir que los españoles decidan con su voto quién quieren que les gobierne. Lo que está claro es que Pedro Sánchez hipoteca el futuro a corto plazo, lo congela a medio plazo y lo desarbola en una década. Un contrato ruinoso para los españoles, que no son capaces de finiquitar su despido, aunque sea improcedente, sobre todo porque será el más costoso de la Democracia. Nadie se acuerda ya del jugador de la NBA Bryant Reeves, que probablemente haya logrado el mejor contrato que se haya firmado nunca en la NBA, para él, pero no para su equipo. En 1997, los Memphis Grizzlies le ofrecieron un contrato de seis años por 61,8 millones de dólares. En su primera temporada se presentó en las instalaciones del equipo pesando 142 kilos, masticando tabaco y lesionado. Seis temporadas después, sin apenas haber jugado minutos, con unas estadísticas ridículas y fama de paquete acabó por retirarse de las pistas por su maltrecha espalda. Bendita lesión. Tomen nota.