
El bisturí
La pestilente apuesta por la Sanidad pública
Montero confía en la amnesia de los votantes, al prometer blindar por ley la atención primaria
Andalucía y Madrid son dos plazas imprescindibles para colmar la aspiración de alcanzar la perpetuidad del régimen sanchista. La recuperación de la primera es un objeto estratégico del socialismo tras la debacle histórica que sufrió a manos de Juanma Moreno. El que fuera durante años laboratorio fallido de las políticas de izquierdas constituye un granero electoral de primer orden con el que amarrar luego, bien edulcorado a base de propaganda, la permanencia en La Moncloa. La conquista de la segunda es una obsesión enfermiza del presidente y sus satélites, después de sufrir severas humillaciones electorales a manos de su auténtica bestia negra, Isabel Díaz Ayuso, a la que el pueblo de la comunidad parece querer a rabiar. Madrid es el centro de todo y su capitalidad da alas al que pretenda alcanzar el poder en el país o mantenerse en él. De ahí que Díaz Ayuso se haya convertido en una piedra a remover en el camino del sanchismo, la china en el zapato de toda la izquierda y la ultraizquierda, el verdadero enemigo a batir.
En el intento de alcanzar su sueño prohibido, Sánchez ha elegido como arietes a peones de su órbita que, sin embargo, no gozan precisamente del fervor popular. María Jesús Montero, que adulaba a José Luis Ábalos cuando era el mandamás del partido con expresiones como «eres nuestro tronco», no cuenta con un pasado especialmente brillante en la comunidad que ahora pretende reconquistar, y así lo están señalando los andaluces en las encuestas preelectorales. Además de consejera de Hacienda de una Junta que se carcomía por el fraude de los ERES y la pésima gestión socialista de años, la hoy vicepresidenta del Gobierno fue consejera de Sanidad, y por eso da especial grima escuchar sus recetas para fortalecer el sistema sanitario autonómico. Y es que tanto ella como Óscar López en Madrid apuntan a repetir el error reiterado de la izquierda de atacar a la derecha por el flanco sanitario, confiando en que los ciudadanos se crean esta vez el cuento del que recelaron en pasadas elecciones. En San Juan de Aznalfarache, Sevilla, Montero dio muestras el pasado viernes de tener amnesia o, al menos, de confiar en que los votantes la tengan, al prometer blindar por ley la atención primaria y limitar el porcentaje de conciertos sanitarios. Del desastre que sufre el primer nivel asistencial en estos siete años de sanchismo no dijo ni palabra. Tampoco de los acuerdos con la empresa Pascual que la Junta mantenía en sus tiempos. Tampoco alzó voz alguna contra prácticas que produjeron desabastecimiento de medicamentos y cuantiosos daños a las empresas que fabrican en España con unas subastas que primaban la adquisición de fármacos cuyos principios activos se producían en Asia. Un fracaso en toda regla que apenas tuvo incidencia en la contención del gasto farmacéutico.
Lo de López en Madrid también se veía venir. Justo en el momento en el que la sanidad pública evoluciona peor que nunca en todo el país, con unas listas de espera récord y una ausencia inexplicable de medidas para revertir la situación por parte del Ministerio de Sanidad, que es de Sumar, la izquierda y la ultraizquierda están volviendo a agitar a los movimientos vecinales y a otras organizaciones afines, con el apoyo de los consabidos actores y presentadores de la misma órbita ideológica. Nuevamente, habrá una manifestación, pero no contra Mónica García, cuya gestión es un desastre, sino contra Isabel Díaz Ayuso en Madrid. La verdad es que la estratagema ya apesta.
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