
Sin Perdón
¿Es posible hacer tanto el ridículo?
«Marlaska, con su eficacia habitual, fue incapaz de saber dónde estaba, ya que cruzó la frontera sin ninguna dificultad. Solo faltó que firmara autógrafos»
No recuerdo un acontecimiento político más bochornoso que la fuga de Puigdemont. Los responsables buscaron excusas para encubrir el esperpento, pero la realidad es que el expresidente demostró la ineficacia de los gobiernos de Sánchez y Aragonès. Fue una victoria clara y contundente. Una humillación sin paliativos que debería provocar una catarata de dimisiones en ambos gobiernos, pero el sanchismo ha alumbrado un mundo político que se sustenta en que la mentira es algo aceptable y que nadie tiene que asumir responsabilidades por sus actos. En el caso del gobierno de Aragonès, no es necesario que dimitan porque estaban en funciones. Su estrepitoso fracaso electoral deja muy clara la opinión de los catalanes. La familia le encontrará un hueco en sus hoteles, aunque es importante que sea un consejero o directivo florero que no pueda tomar decisiones. Por supuesto, tendrá los privilegios económicos propios de su condición de expresidente. La mediocridad y la ineficacia tienen premio en Cataluña.
Es bochornoso que llevara varios días en Barcelona sin que fueran capaces de detectarlo. No sé cuál es la utilidad de los servicios de inteligencia de los Mossos. Marlaska, con su eficacia habitual, fue incapaz de saber dónde estaba, ya que cruzó la frontera sin ninguna dificultad. Solo faltó que firmara autógrafos. Me imagino que será igual de fácil pasar un camión lleno de drogas, armamento o productos robados. Los delincuentes pueden estar tranquilos mientras sea ministro del Interior. Por otra parte, no era una visita sorpresa, sino que era el retorno más esperado y anunciado desde la época de Atapuerca. Se sabía dónde y la hora exacta. Puigdemont llegó paseando tranquilamente sin que ningún heroico mosso, policía o guardia civil le perturbara en su paseo. Se que estos últimos no tienen la competencia, pero nada impedía que lo retuvieran. La huida fue propia de una película de la «Pantera Rosa». No tuvimos la suerte de que apareciera un chapucero inspector Clouseau que resolviera el entuerto. Es hilarante que alguien pensara, tras el pacto alcanzado entre el PSC y ERC, que se iba a entregar como un chivo expiatorio para ser sacrificado en la hoguera de las vanidades del sanchismo. Era un comportamiento ilógico, ya que no ganaba nada. En cambio, ha conseguido una victoria impagable y que ERC y Sánchez hagan el ridículo.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UINE).
✕
Accede a tu cuenta para comentar