La situación

Una presidencia a la baja

«De momento, Trump no ha conseguido parar los combates en Ucrania, ni se ha aproximado a la victoria en su guerra arancelaria»

En su paranoia autoexculpatoria, el ya dimitido Richard Nixon concedió una entrevista en la que fue interpelado a propósito de los delitos que cometió durante su presidencia. Nixon, con la mente extraviada en su propio mundo, dijo que «si lo hace el presidente, eso significa que no es ilegal».

Esta doctrina repugna el concepto mismo de estado de derecho, donde ningún mandatario, por muy poderoso que sea, está libre de someterse a los tribunales de justicia. Pero Nixon no es el único que abraza esa idea autocrática: Donald Trump es su más entusiasta profeta. Lo ha demostrado desde que asumió el poder por segunda vez, el pasado 20 de enero.

Trump, igual que algún responsable político más cercano a nosotros, ha vivido en ese tiempo de firmar decretos en lugar de aprobar leyes. Y eso, a pesar de que su partido disfruta de mayoría en las dos cámaras del Congreso. Llevar las normas al poder legislativo obliga a negociar, y Donald Trump solo negocia –o eso cree él– con Vladimir Putin, que tiene al presidente americano dando vueltas a la noria desde su primer día en la Casa Blanca, aunque en su campaña se comprometió a «acabar con la guerra de Ucrania en mis primeras 24 horas como presidente».

De momento, Trump no ha conseguido parar los combates en Ucrania, ni se ha aproximado a la victoria en su guerra arancelaria, ni ha alcanzado el objetivo de deportar en sus tres primeros meses a más inmigrantes que sus antecesores. Su único éxito ha sido frenar el flujo migratorio en la frontera, lo que le permite contentar a su base electoral, aunque la popularidad del presidente no deja de bajar en las últimas semanas.

Ahora, vende gorras con el lema «Trump 2028», porque no quiere ser tratado como un ignorable pato cojo, definición que se aplica en Estados Unidos a los presidentes que no se podrán presentar a las siguientes elecciones. La 22.ª enmienda de la Constitución impide un tercer mandato. Pero Donald Trump es un experto en atentados anticonstitucionales. Ya lanzó a sus hooligans a asaltar el Congreso en 2021.