Letras líquidas

Presupuestos y espóiler

Ahora, ya fuera de tiempo, el Gobierno intenta cuadrar el círculo de sus socios y encajar sus incompatibilidades a través de cálculos que parecerían imposibles en parámetros ideológicos convencionales

Antes de (re)inaugurar Notre Dame, Macron admitió que tendrá que prorrogar sus presupuestos para 2025. La falta de acuerdo entre partidos dinamitó el débil equilibrio parlamentario y, de paso, al incipiente gobierno de Barnier. En Alemania, donde el gobierno de Olaf Scholz quedó en minoría tras la ruptura de la coalición, sucedió otro tanto y el presidente socialdemócrata se ha visto obligado a prorrogar el cuadro de ingresos y gastos del año anterior. Las cuentas públicas se consolidan como la bestia negra de las democracias, replicando una enorme dificultad para sacarlas adelante y si son, como se dice, la hoja de ruta de cualquier proyecto político, la consistencia de los planes en los motores de Europa asusta o, al menos, inquieta. Bruselas ya ha mostrado su preocupación por estos retrasos y ha lanzado sus advertencias. También a España. El asunto de los presupuestos ha pasado en nuestro país, quizá como reflejo de una idiosincrasia más bien intensa, de seguir fielmente la norma no escrita de convocar elecciones si no salían adelante a ignorarla y adaptarse cómodamente a las moratorias sin que se derive mayor repercusión política. El ejemplo ya no es Felipe González con su llamada a las urnas en marzo de 1996 tras el rechazo del Congreso a su proyecto meses antes. Tampoco se respeta el plazo constitucional, obsolescencia consuetudinaria. Ahora, ya fuera de tiempo, el Gobierno intenta cuadrar el círculo de sus socios y encajar sus incompatibilidades a través de cálculos que parecerían imposibles en parámetros ideológicos convencionales. Y, en este ambiente de órdagos, con moción de confianza incluida, de amenazas, unas veladas, otras no tanto, y de trampantojos de pactos y concesiones, la incertidumbre presupuestaria mantiene la legislatura en tensión. Aunque es posible que la exhibición del rechazo a las cuentas de Junts en el Congreso haya sido, y aprovechando que la palabra ya luce en el diccionario de la RAE, un gran espóiler.