Y volvieron cantando
Primero siglas, luego principios
El post sanchismo solo llegará tras una derrota electoral y ahí no valdrán cargos afines, sencillamente porque cuando se pierde el poder vuelan los puñales
Con la excepción del jarrón chino Felipe González, la vieja guardia del PSOE no parece muy dispuesta a desautorizar a Sánchez, al menos antes de que sean las urnas las que se encarguen de hacerlo a tenor del cierre de filas –no exento de una indisimulada impostura– protagonizado por relevantes veteranos socialistas como Almunia, Solchaga, Maravall o Borrell en defensa del buen nombre y la honestidad del presidente del Gobierno al que sitúan como diana de una campaña orquestada contra su persona. Todo un gesto en defensa de unas siglas que en otro tiempo fueron paraguas de mucho cargo público y a las que toca defender, incluso a costa de que hayan sido maniatadas, sencillamente por otra cosa. Resulta casi enternecedora la añoranza hacia aquel PSOE de los González, Guerra o Rubalcaba firmemente anclado en la defensa de los valores de la Transición y comprometido con la defensa de la Constitución, e incluso instalado en la necesidad de tejer grandes pactos de Estado, por no hablar de la convicción para que deba gobernar la lista más votada evitando así poner el devenir del país en manos poco recomendables. Todavía hay quienes tiempo atrás mantenían la ensoñación de que, en las entrañas de la formación liderada por Pedro Sánchez podrían comenzar a alzarse voces reclamando una vuelta a la coherencia tras los acuerdos con el llamado bloque Frankenstein y en especial con Bildu. Nada más lejos de la realidad, los en otro tiempo comprometidos y díscolos «barones», ni estaban en los comités federales alzando la voz ni se les esperaba desde aquel día en el que un proceso de primarias entregaba al actual secretario general socialista el poder más absoluto que se recuerde al frente de este partido. Las listas confeccionadas de cara al «23-J» atisban un nuevo grupo parlamentario más sanchista que Sánchez y el malestar de miles de cargos que han perdido sus puestos en ayuntamientos y autonomías quedaba taponado por la inmediata convocatoria de elecciones generales… nada como ir a una guerra contra enemigos externos para evitar una guerra civil. El post sanchismo solo llegará tras una derrota electoral y ahí no valdrán cargos afines, sencillamente porque cuando se pierde el poder vuelan los puñales. El apoyo de la vieja guardia tiene mucho de puerta abierta a una marcha con dignidad de alguien que hace cuatro años fue solución, pero ahora parece problema… y Page a sus comidas.
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