El trípode

«El Príncipe de la mentira»

La influencia del ejemplo que un destacado dirigente político traslada a la sociedad es muy importante, para bien y para mal.

Sánchez se ha acreditado como un auténtico especialista en corromper cualquier atisbo de ética y moral públicas con sus reiterados «cambios de opinión», eufemismo con el que intenta ocultar sus flagrantes mentiras sobre cuestiones esenciales para nuestra pacífica convivencia. Son literalmente engaños y auténticos fraudes a los electores al comprometerse con unas decisiones que su acción de gobierno ha desautorizado radicalmente. Es muy grave afirmar que con Bildu no pactaría nunca y «si lo tengo que repetir cinco veces, lo haré», para pasar a gobernar en Navarra gracias al pacto de abstención suyo. En España ya no es la abstención, los diputados de Bildu le permitieron acceder a La Moncloa en 2018 y le posibilitan allí seguir con su voto afirmativo.

El resultado que previsiblemente se repetirá hoy en el Congreso de 172 apoyos a Feijóo y 178 votos contrarios, sería exactamente al revés si no votaran a Sánchez. E incluso bastaría con su abstención para que el resultado fuera de empate a 172, forzando a repetir las elecciones el 14 de enero próximo.

Todo esto referido a los de Otegi es aplicable también a ERC y Junts. Causa vergüenza ajena escuchar su declaración desde la tribuna del Congreso dirigiéndose directamente a los diputados de ERC encabezados por Rufián, expresando que no pactaría con ellos ya que nunca permitiría que «la gobernabilidad de España dependa de los separatistas». En relación a Junts, es público y conocido lo afirmado de que el 1-O fue un delito de «rebelión» (no «sólo» de sedición); que no se pueden conceder indultos a los políticos, y que se comprometía a traer a España al prófugo de Waterloo para rendir cuentas ante la Justicia. Ahora con la «desjudicialización» y amnistía, todo resuelto.

Sobre la amnistía, también reiterada y conocida es su afirmación de que «no cabe en la Constitución y, por tanto, es inasumible sin discusión». Con esa misma (aparente) contundencia, y por seguir en el poder, es capaz ahora de hacer todo lo contrario a lo que se había comprometido incluso apenas 48h antes del 23-J.

La influencia del ejemplo que un destacado dirigente político traslada a la sociedad es muy importante, para bien y para mal. Para bien, cuando sus convicciones y principios se reflejan en su conducta, y para mal cuando acredita la carencia de cualquiera de ellos. Este ejemplo que da es demoledor para la sociedad española, especialmente para la juventud. En cuanto a la reputación de España en el exterior, sobran palabras. ¿Saben quién es «el Príncipe de la mentira»? Pues en esas manos estamos.