Biblioteca Harley-Davidson

Propuesta masculinista

Necesitamos que aparezca pronto el Cervantes de la tele. Reconozco que tal propuesta puede no sonar muy atractiva

Fui diseñado por la biología para montar en moto, correr, caerme y levantarme, aullar cuando veo a una señora estupenda estirada sobre cualquier pieza de mobiliario y leer cantidades innumerables de libros; no para sentarme frente a una pantalla un sábado por la noche a ver «Memorias de África» junto a mi gato. Lo siento, pero es así.

De hecho, no estoy seguro de que tengan gran cosa en común las personas que gustan de ver mucha televisión (sean películas, series o concursos) con las que prefieren leer muchos libros. Libros de verdad, entendámonos. No esas repetitivas aventuras juveniles para adultos que quieren colarnos muchas veces hoy en día como literatura. La brecha ente ambos grupos creo que se está acrecentando en los últimos tiempos. Tanto, que pronto los dos bandos no tendrán ninguna referencia cultural en común. Pero me parece indiscutible cual de los dos mundos se está imponiendo.

Cuando yo era un adolescente, solo veían mucha televisión los muy jóvenes, los muy viejos, los pobres y los desempleados. Se difundía la prevención de que un exceso de fantasías audiovisuales podía corromper nuestro entendimiento. Pronto, a la vista de algunos presentadores de programas de cotilleos, tuvimos también que preguntarnos si la tele no solo corrompía a los que la miraban sino también a quienes trabajaban en ella. Pero esas prevenciones han decaído. Hoy en día, entras en un vagón de metro y todos aquellos que antes sostenían un libro para distraer el viaje, tiene ante ellos una pantalla que emite narraciones audiovisuales. Por suerte, hacia ese medio se desviarán las románticas fantasías narrativas, y la lectura quizá consiga ser el principal refugio del varonil hábito de leer libros técnicos.

Necesitamos que aparezca pronto el Cervantes de la tele. Reconozco que tal propuesta puede no sonar muy atractiva en esta época y a mi edad, pero eso solo pasa por que soy un varón, cosa que ahora sencillamente no está de moda.