El buen salvaje
El puñetero
Lo que falta por saber del fiscal es si vencerán las puñetas o el juez lo mandará a hacerlas
El fiscal general del Estado igual no va pa’lante como augura Miguel Ángel Rodríguez. Aunque así fuera lo recordaremos no solo por ser el primero de su cargo que se sienta como acusado ante un tribunal de tanta alcurnia y gente principal, sino por la empecinada idea de enseñar sus puñetas, lo que hace de García Ortiz un hombre puñetero que ideó una Pasarela Supremo en la que pavonearse como una Naomi Campbell de las Salesas.
En cuestión de autoridad, uno es de alguna manera lo que viste, de otra manera llegamos al chándal, y eso solo se admite en el manual del perfecto caballero si se entra en la trena, un chándal que no sea de marca deportiva, que es más de quinqui Cachuli, o de maletilla en prácticas, sino de alguna otra «causal chic» como Gap o Ralph Lauren. Hemos cedido tanto que igual un día de estos llegan los magistrados en chanclas con calcetines, un gesto que marcaría la definitiva degradación de las instituciones. García Ortiz no está tocado por el corte elegante de sus trajes, los lleva mejor su subordinado Julián Salto, el que salió del fútbol para darle al jefe lo que pedía y que el lunes le hizo un discurso que tiraba a Ortiz de las sisas.
Colocarse la toga es la manera de hombre de leyes de poner sobre la mesa los atributos, su forma de expresar que «iubet testes», como dijo Trillo en cristiano de aquí. García Ortiz mostró sus puñetas como un militar sus galones o Topuria sus abdominales en la idea de que iba a la guerra o a una pelea con el Supremo. P’alante o p’atrás, el fiscal se retrata en la soberbia mientras el resto de los casos que abochornarían a cualquier gobierno continúan en el tobogán de la UCO desde el que el ministro Torres festeja que no hubo «pisos con señoritas». Ábalos se enfadó con Claudia Montes no por contar que Pedro Sánchez lo sabía todo de la corrupción sino porque lo había retratado como un «putero». Ah, «cherchez la femme». Las apariencias: no ser sino parecer. Lo que falta por saber del fiscal es si vencerán las puñetas o el juez lo mandará a hacerlas.