Letras líquidas

¿Quién teme (más) a Yolanda Díaz?

Lo verdaderamente original del proyecto, y donde radica todo su interés, es en descubrir hacia qué lado se decantará el deslizamiento de apoyos que previsiblemente provocará

A veces una mirada ajena nos muestra un retrato tan fidedigno como el más profundo de los ensimismamientos. Y, si hacemos caso al último Eurobarómetro realizado por Kantar Public y hecho público por las instituciones europeas en Madrid esta semana, la desconfianza se consolida como el rasgo distintivo del ser español: el 73 por ciento desconfía del Gobierno y hasta el 90 de los partidos políticos (por encima de la media europea, que se queda en un 63 y un 75 por ciento, respectivamente). Y eso, al margen de suspicacias hacia otros estamentos que «haberlas, también, haylas». Centrándonos en estas dos en concreto, surgen dudas sobre quién sale peor parado: si los políticos, por haberse ganado a pulso esa distancia, o los ciudadanos, por perpetuar un tópico generalista que no distingue individualidades.

Disquisiciones pseudofilosóficas aparte, el sondeo añade, además, claves suficientes para interpretar uno de los acontecimientos más esperados de la vida política en los últimos meses. Esperado a la vista de los múltiples retrasos, cancelaciones y dilaciones acumuladas hasta llegar al «día D» en el polideportivo Magariños. Sí. Yolanda Díaz y «Sumar» confirmados como estrenos políticos. ¿Estrenos? La RAE señala que lo nuevo y lo viejo son antónimos, aunque ya nos enseñara Lampedusa que eso no siempre tiene que ser así. La vicepresidenta forma parte del Ejecutivo desde enero de 2020 y comenzó su carrera pública como concejala en el Ayuntamiento de Ferrol en 2003 y, entre uno y otro cargo, ha sido primera teniente de alcalde en el mismo consistorio y diputada por A Coruña y Pontevedra en el Congreso. Pese a que no ha encabezado ningún proyecto personal hasta el momento, su perfil ya es suficientemente conocido como para protagonizar «per se» ninguna revolución demoscópica.

Tampoco es original el espacio ideológico al que representa. Esa izquierda a la izquierda del PSOE que fluctúa según se hace más transversal o más específica y que ya se ubica en el arco parlamentario desde los inicios de la democracia: de las atomizaciones varias al intento de unión de Izquierda Unida o a la amalgama más reciente de mareas y plataformas que cristalizó en Podemos. Lo verdaderamente original del proyecto, y donde radica todo su interés, es en descubrir hacia qué lado se decantará el deslizamiento de apoyos que previsiblemente provocará: si se impondrá a las siglas lideradas por Iglesias, primero con luz y después entre sombras, o si ese «ticket» electoral con Sánchez, recién presentado en sociedad, beneficiará o perjudicará al PSOE. ¿Quién teme (más) a Yolanda Díaz?